EL RUMBO DE LA HISTORIA

EL RUMBO DE LA HISTORIA

viernes, 30 de octubre de 2015

Elisabeth Thompson, la pintora de las batallas.

La madre de Elisabeth Thompson (1846-1933), que había sido pianista y que tenía otra hija que se dedicaba a hacer poesía, algo más acorde a una señorita de buena posición, estaba muy decepcionada, ya que a su otra hija le gustaba pintar solo a soldados y batallas.

Según una obra autobiográfica, Elizabeth dijo: "Yo nunca he pintado por la gloria de la guerra, sino que retrato su patetismo y su heroísmo".

Elisabeth nació en Suiza, y se crió en Italia, aunque ella era británica. Estudió en escuelas de arte, y aprendió pintura de la mano de Mr Standish. Cuando contempló las obras de los pintores históricos franceses Meissonier y Detaille (la escuela gala de pintura histórica era un referente en el siglo XIX) en 1870, comprendió enseguida lo que realmente quería hacer.


Autoretrato.



Elisabeth era un mujer joven atractiva y delicada, y no encajaba con el tipo de pintor medio al uso, es decir, los pintores muy maduros, con barba y bigotes, que eran típicos de la época. En una época en la que las mujeres no tenían derecho ni a votar en unas elecciones, nuestra protagonista tuvo que enterarse de cosas tales como las que dijo el crítico de arte John Ruskin, aunque al final tuviera que reconocer su gran talento como pintora:

Yo nunca me había aproximado con tantos prejuicios hacia ningún cuadro como el que lo había hecho con la obra de la señorita Thompson; primero porque siempre he mantenido que ninguna mujer era capaz de pintar...; pero el trabajo de esta amazona... es profundamente interesante... y solo me queda hacer una tardía genuflexión...

En missing , que es una escena de la guerra franco-prusiana, librada hacía unos pocos años, describió el sufrimiento y el heroísmo del soldado corriente. Pero el auténtico protagonista de su temática fue el soldado británico en acción, o poco después de ella, evitando reflejar la terrible lucha cuerpo a cuerpo. Rara vez mostraba al enemigo. Como la mayoría de sus cuadros mostraban una época imperial gloriosa, en la que los soldados de casacas rojas luchaban en todos los rincones del globo, cuando en una gran parte del mundo ondeaba la bandera británica, no es de extrañar que el éxito de Elisabeth, que solía representar combates victoriosos para los ingleses,  tuviera que ver con ello.


The Roll Call.


Fue muy reconocida casi desde el principio, ya que en 1874, cuando realizó The roll call, que fue exhibido en la Royal Academy, causó sensación. La crítica y el público, que hacía inmensas colas para contemplarlo, se rindieron ante su minuciosidad y realismo; incluso los soldados veteranos de la Guerra de Crimea, conflicto que fue su inspiración, lo reconocieron así. A la misma Florence Nightingale, la madre de la enfermería moderna y una auténtica heroína inglesa de su tiempo, que en esa época estaba convaleciente en cama, le llevaron la obra para que la contemplara. La reina Victoria acabó comprando el cuadro para que fuera colgado en alguna pared del Palacio de Buckingham.

Cuando estaba en el cénit de su popularidad en 1877, se casó con el distinguido oficial, Sir William Butler, con el que llegaría a tener hasta seis hijos, rompiendo muchos corazones. Como tantas mujeres de soldados ingleses de su época, Elizabeth tuvo que acompañar a su esposo en una gran cantidad de países que conformaban el gran imperio británico del siglo XIX. Aunque su marido era irlandés, y le influyera en el pensamiento de que el colonialismo no era lo mejor que le podía pasar a los países que eran ocupados, ella no dejó nunca de reflejar en sus pinturas el valor del soldado nacional.


Scotland Forever!


Cuando enviudó en 1910, se fue a vivir con una de sus hijas, Eileen, vizcondesa de Gormuston. Cuando murió fue enterrada en el cementerio de Stamullen.

El mérito de Elisabeth Thompson es que se abrió un hueco nada desdeñable en un mundo que era exclusivo de los hombres, la pintura histórica, además de cumplir con su roll de madre y esposa de la época. 



Fuentes:

-www.britishempire.co.uk/biography/ladybutler.htm
-Wikipedia.


martes, 4 de agosto de 2015

Harriet Boyd, arqueóloga pionera.

Harriet Boyd nació en Boston, Massachusetts, el 11 de octubre de 1871. Estudió en el Smith College (universidad privada femenina), donde se graduó en 1892. Consiguió una beca para el American School of Classical Studies en Atenas (Grecia). Ansiosa por excavar, fue rechazada por los profesores de la institución, que le aconsejaron que se dedicara a ser bibliotecaria. Entonces, con el dinero que le quedaba de la beca, se marchó a Grecia.




Estuvo de enfermera en Tesalia durante la guerra greco-turca. Cuando acabó ésta, se marchó a Creta, recién liberada pero siendo todavía un lugar muy peligroso. En la primavera de 1900 visitó Cnossos donde encontró a Arthur Evans excavando, que la animó a buscar nuevos yacimientos en Kavousi. En 1901 trabajó allí e hizo su tesis.

La excavación en Gournia (1901-1905) no fue continua, con periodos de regreso, o porque escaseaban los fondos, o bien para mantener sus deberes como profesora en el Smith College, donde enseñaba Arqueología griega, Lengua griega y Epigrafía. De todas formas, fue en Gournia donde Harriet se consagraría como una de las mujeres arqueólogas más grandes de todos los tiempos, una auténtica pionera. Financiada por la universidad de Pennsylvania, fue la primera mujer en supervisar un equipo de 100 hombres y 10 mujeres, locales y americanos. Allí desenterraron bloques de casas, calles empedradas, un palacio, un cementerio... en definitiva, una ciudad entera del periodo minoico. Años después, publicó un libro monumental, Gournia, Vasiliki y otros sitios prehistóricos en el istmo de Hierapetra, documentando con gran detalle utensilios domésticos, armas, herramientas... Tras la publicación Harriet consiguió ser una admirada pionera de los primeros arqueólogos norteamericanos en el Mediterráneo.

El 3 de marzo de 1906 se casó con Charles H. Hawes, antropólogo y arqueólogo, y a los nueve meses nació su primer hijo, Alexandre Boyd Hawes. Su hija Mary nacería en agosto de 1910.

Harriet fue la primera mujer en hablar en el Instituto Arqueológico de América. Junto a su marido, publicaron en 1909 Creta, el precursor de Grecia. En 1910 le fue concedido el doctorado honorario por el Smith College. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, su empeño fue para intentar recaudar fondos y llevar suministros para los soldados heridos. Y es que la otra faceta que nunca abandonaría a esta gran mujer fue su excelente labor humanitaria.

Entre 1920 y 1936 dio conferencias de arte precristiano en el Wellesley College, Massachusetts. Ese último año se retiró. El 31 de marzo murió en Washington D.C., con 73 años de edad, y fue enterrada en Maryland. Su determinación y pionerismo dejaría un listón muy alto de superar, sobre todo a las mujeres-arqueólogas.

En 1992, su hija Mary publicó Born to rebel: the life of Harriet Boyd Hawes.

lunes, 20 de julio de 2015

Imágenes de la Historia, Espartaco

 

 
 



Kirk Douglas hizo un papel impecable cuando protagonizó la película Epartaco (1960). Sin los grandes efectos especiales de los que se abusa hoy en día, son memorables los escenarios, diálogos y grandes escenas de batalla, contribuyendo al engrandecimiento del mito en el imaginario colectivo, cosa que no ocurre con otros personajes históricos. Lo que quiero decir con esto es que los films de tipo histórico que son producidos y exhibidos contribuyen a que la gente se interesen por la Historia en general. Y si la película es magistral e inolvidable, como es en este caso sin duda, hace que llegue con más fuerza todavía el interés por el pasado.

Recientemente ha llegado en forma de serie la historia, mucho más actualizada, del gladiador que puso en jaque a la poderosa Roma, que en los tiempos de la rebelión del verdadero Espartaco (113-73 a. C.) todavía era una república, a punto de eclosionar como el gran imperio que llegaría a ser en un futuro.




Desde mi humilde punto de vista, no creo que los romanos antiguos valorasen en su justa medida a los carismáticos enemigos que les hicieron frente a lo largo de su dilatada historia, por eso no se ha conservado ninguna imagen de ese personaje de la Antigüedad que es tan conocido hoy en día. Por lo tanto, no tenemos la menor idea de que aspecto tendría.

Tan solo, podemos hacernos una idea al contemplar un graffiti que se encuentra en el muro de una casa de Pompeya.





Como podéis observar, se trata de un jinete con lanza y escudo redondo. A lo mejor el que lo pintó no había visto a Espartaco en su vida, o quizás si ya que los expertos han datado el dibujo entre los años 100 y 70 a.C. Encima del guerrero hay escrito un nombre en el idioma osco, "SPARTAKS", que nos indica a las claras en quién se ha inspirado el creador del graffiti.

domingo, 28 de junio de 2015

Lady Sale, la heroína de Afganistán.

Florentia Wynch (1790-1853), lady Sale por estar casada con el oficial británico sir Robert Henry Sale, representa bastante bien a las mujeres de soldados ingleses destinados en las colonias, que soportaban sus mismos riesgos, daban a luz en lugares remotos y exóticos, que criaban a sus hijos en multitud de lugares extraños, y que, en muchos casos, morían con sus hombres y sus pequeños, estando al servicio de la reina Victoria, en la época dorada del imperio británico del siglo XIX.

La experiencia que tuvo que vivir esa mujer valiente fue dura y cruel, pero también es apasionante, su vida fue una gran historia sin duda. Nacida en Madras (India), fue nieta de Alexander Wynch, que había sido gobernador de aquella ciudad en la década de 1770. Como cualquier joven de su estatus social, recibió una buena educación. En 1809 se casó con un militar y desde entonces su casa fue el ejército británico. Mientras su marido luchaba, ella criaba a sus hijos, viviendo ambos en esa extraña simbiosis. A Florentia le llamaban "granadera en tontillo" (grenadier in petticoats); el tontillo es esa especie de falda corta que usaban antiguamente las mujeres con aros puestos a trechos para que ahuecase el resto de la ropa.

Lady Sale.


Al año de casarse, en 1810, tuvo su primera hija, Harriet, en Wallajabad (India). En 1811, nació su primer varón, George Henry, esta vez en Port Luis (Mauricio). En este lugar vinieron al mundo los siguientes cinco vástagos. En 1820, en Francia, nació su hija Alexandrina, y en 1823, Florencia dio a luz a su última descendiente, esta vez en Calcuta (India).

Viendo este panorama, es fácil comprobar la vida tan errante y viajera que resultaba ser para la familia de un militar en una época tan convulsa, y la infinidad de destinos que debían afrontar teniendo en cuenta la inmensidad del imperio colonial británico de aquel siglo. Es cierto que lady Sale estuvo presente en muchas partes del mundo a lo largo de su larga vida, pero fue en Afganistán donde viviría una amarga e increíble experiencia que le marcaría para el resto de sus días. Hay que tener en cuenta que cuando sucedió todo eso ya contaba con más de cincuenta años.

La primera guerra anglo-afgana (1839-1842) fue el escenario de una de las mayores catástrofes que ha sufrido el ejército británico en toda su historia. Tras la invasión de parte de Afganistán, y después de sentar en el trono a un monarca títere, gran parte de las tropas de invasión se retiraron a la India. Entonces, se puso al frente de la rebelión afgana el príncipe Akbar Khan, que acabaría por proclamarse emir.

En 1841  puso cerco a la capital del país, Kabul. Tras pasar meses de penurias, 4500 soldados (muchos de ellos eran indios) y 12000 seguidores (esposas, hijos de soldados, sirvientes, mercaderes...) salieron de la ciudad rumbo a la base militar inglesa más próxima que se encontraba en Jalalabad, a más de 100 millas de distancia. Era 6 de enero, en pleno invierno, y antes de la partida ya había una capa de nieve con un grosor de unos 30 cm. Además, tras el asedio, las fuerzas escaseaban por la falta de comida. También, había falta de combustible; la última vez que Florencia cenó en Kabul tuvo que usar la madera que resultó de romper una mesa de comedor.

Antes de la partida se había hecho un trato económico con Akbar Khan para que sus tropas no hostigaran a la larga columna en su retirada, pero pronto se vería lo fácilmente que incumplían su palabra aquellos afganos. Antes de que salieran de Kabul los rezagados vieron como eran asaltadas las casas, saqueadas y posteriormente quemadas. Era un adelanto de lo que se les venía encima.

Florentia, en compañía de su hija Alexandrina y el marido de ésta, el teniente John Sturt, además del bebé de ambos, marchaba en cabeza de la columna, junto a algunos prominentes oficiales. El progreso era muy lento a causa de la dificultad del terreno y de la gran capa de nieve que lo cubría. Cuando tuvieron que vadear el primer río que encontraron, ante la imposibilidad de llevarlo con sigo, debieron de dejar abandonado una buena parte del bagaje. Hambrientos, quemando los pocos enseres de madera que aún les quedaban y devorando los escasos animales que les quedaban, muchos empezaron a quedarse rezagados, o simplemente se dejaban morir. Sin tiendas de campaña tuvieron que pasar su primera noche a la interperie helada del frío invierno afgano. El primer día apenas habían avanzado 6 millas. Muchos soldados habían desertado.

Al día siguiente los afganos empezaron a atacar, lo que hizo que creciera la angustia de los pobres diablos que intentaban llevar a un lugar al que poder resguardarse. En algunos de esos ataques habían capturado varias piezas de artillería británicas. Llegó un momento en que ya no se impartían órdenes, la disciplina se perdía y cada uno marchaba con las pocas fuerzas que le quedaban.

Soldados afganos atacando a los británicos en retirada.


Tras vencer a las escasas fuerzas británicas que aún podían ofrecer resistencia, los afganos capturaron a unas pocas docenas de prisioneros, entre los que se encontraban lady Sale. Cuando su yerno, el teniente Sturt, fue fatalmente herido en el abdomen, ella le cuidó en sus últimas horas, y le aseguró un enterramiento cristiano. Durante el cautiverio, que duraría 9 meses, se puso en peligro continuamente por su coraje y rebeldía, aún estando herida en una muñeca. Gracias al diario que escribió en el periodo de secuestro, se conocen muchos detalles de aquellas jornadas tan nefastas para las arma británicas. Al fin, el 17 de septiembre, y tras sobornar a algunos oficiales afganos, pudo obtener la libertad y regresar a territorio dominado por los británicos. Al año siguiente, en 1843, publicó su diario que fue un éxito de ventas.

Por problemas de salud decidió tomó un barco para Ciudad del Cabo (Sudáfrica) para intentar recuperarse, pero murió al poco de desembarcar.



Fuentes:

-Wikipedia.
-The anglo-afghan wars 1839-1919, de Gregory Fremont-Barnes.

viernes, 29 de mayo de 2015

Gandhi, de la cárcel al palacio.




Esta es una imagen del palacio de Buckingham en la actualidad. Cuando Gandhi visitó Londres, fue invitado por el monarca británico para ir a tomar el té. Para asombro de todo el mundo, Gandhi se presentó al palacio vestido de esta guisa, dispuesto a saborear una buena taza de té.


 
 
Como no es de extrañar, fue duramente criticado por la indumentaria que llevó para tan magna ocasión, pero Gandhi, con no poca ironía, afirmó que el rey llevaba lo suficiente de ropa para vestir a los dos.

Por culpa de su activismo político, Mahatma Gandhi sufriría la pena de cárcel en distintas ocasiones durante su fructífera vida. Como podréis observar en la siguiente imagen, su vestimenta era ciertamente parecida a la usada en su visita a los monarcas que gobernaron el imperio más grande que haya existido nunca en la tierra. Puede que gestos como este hayan sido una de las razones del éxito de este pequeño gran hombre que ha cambiado el mundo para bien.