EL RUMBO DE LA HISTORIA

EL RUMBO DE LA HISTORIA

viernes, 10 de enero de 2014

La historia de un espartano, Aristodemo.


Gracias a la obra conservada de Herodoto, conocemos la historia de un espartano llamado Aristodemo. Nació hacia el año 520 a.C. en Esparta. Sus padres tuvieron como obligación llevarlo ante un consejo de ancianos, que decidían si merecía vivir. Los bebes que no eran considerados de constitución robusta, eran abandonados en un barranco del monte Taigeto. Los demás entraban el sistema de educación. A los cinco años, se les apartaba de los padres y se les endurecía para ser futuros soldados al servicio de Esparta. Sus compañeros serían su familia. A los 19 o 20 años se convertían en Iguales, es decir ciudadanos espartanos.

El sistema de educación se llamaba agoge, y su objetivo era convertir a los hombres en ciudadanos-soldado. La disciplina, la dureza física y mental, el cantar, el bailar, la competitividad, pruebas de lucha, atletismo..., todo ello formaban parte de la vida diaria de los alumnos.



Gracias a la obra conservada de Herodoto, conocemos la historia de un espartano llamado Aristodemo. Nació hacia el año 520 a.C. en Esparta. Sus padres tuvieron como obligación llevarlo ante un consejo de ancianos, que decidían si merecía vivir. Los bebes que no eran considerados de constitución robusta, eran abandonados en un barranco del monte Taigeto. Los demás entraban el sistema de educación. A los cinco años, se les apartaba de los padres y se les endurecía para ser futuros soldados al servicio de Esparta. Sus compañeros serían su familia. A los 19 o 20 años se convertían en Iguales, es decir ciudadanos espartanos.

El sistema de educación se llamaba agoge, y su objetivo era convertir a los hombres en ciudadanos-soldado. La disciplina, la dureza física y mental, el cantar, el bailar, la competitividad, pruebas de lucha, atletismo..., todo ello formaban parte de la vida diaria de los alumnos.

En las Termópilas, los griegos se enfrentaron a un ejército colosal de persas que multiplicaban en número las fuerzas helenas. Cuando la batalla acabó, todos los espartanos que habían quedado para defender el paso, habían muerto, incluido su valiente rey. Pero hubo dos que habían abandonado el campo de batalla antes de que esta hubiera empezado. Uno de ellos era Aristodemo. Él y otro espartano llamado Éurito sufrieron una grave infección ocular que les impedía combatir y Leónidas les autorizó a retirarse a un pueblo cercano. El caso es que Éurito, volvió al campo de batalla, aunque casi no veía, y murió en la carnicería final. Además de Aristodemo, otro espartano sobrevivió a la batalla, llamado Pantitas, ya que había sido enviado a Tesalia como mensajero y, cuando volvió, el combate había acabado.

En Esparta, Leónidas y sus 298 hombres fueron ensalzados como héroes y Aristodemo y Pantitas sufrieron deshonra y humillación; se les consideró cobardes, la peor injuria para un espartano. Al ver que Eurito había vuelto al campo de batalla, aunque estuviera casi ciego, para luchar, lo espartanos vieron en el ejemplo de Aristodemo algo imperdonable, aunque siguiera las órdenes de su rey.

Los hombres que habían huido del enemigo eran llamados "tresantes", que significa "temblorosos". Estaban obligados a identificarse con parches de color en sus capas rojas. Nadie les hablaba, ni podían ostentar cargos públicos. Aristodemo sufriría tales humillaciones, no solo por él, sino por su descendencia. Pantitas, el otro espartano que sobrevivió a las Termópilas, tomó la opción de ahorcarse al no soportar aquella situación. Aristodemo, en cambio, resistió y esperó la oportunidad de poder limpiar su nombre.


 
 
Ésta llegó con la llamada batalla de Platea (479). Cuando un gran ejército de griegos marchaba para vencer de una vez por todas a los invasores persas, a Aristodemo nadie le dirigía la palabra. En su mente sólo había un pensamiento: un acto de valentía que le hiciera recuperar su honor.

En medio de la batalla, cuando los espartanos tenían que aguantar, en una posición desesperada, la llegada de refuerzos de los demás contingentes helenos, en la primera línea, un hombre no pudo esperar más. Rompió la línea de su regimiento y cargó contra los persas. A su izquierda, los tegeos se lanzaron adelante, y el general espartano tuvo que dar la orden. Los espartanos cargaron. Los espartanos, que hasta entonces habían estado aislados, lograron por ellos mismos la victoria, matando a su general por el camino. El hombre que cargó en solitario contra los persas, arrastrando a los demás, fue Aristodemo. Murió en la lucha, pero pudo limpiar su honor.

Gracias a Herodoto, conocemos su historia.

Extraído del libro de Philip de Souza, "De Maratón a Platea".

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