EL RUMBO DE LA HISTORIA

EL RUMBO DE LA HISTORIA

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Esther Cailingold, una soldado con ideales.

Esther Cailingold nació en Londres el 28 de junio de 1925. Su padre, Moshe Cailingold, había emigrado desde Varsovia (Polonia) en 1920. Sus convicciones juveniles sionistas (el sionismo era un movimiento internacional que propugnaba el establecimiento de un país para los judíos), que provenían de sus estrictos orígenes judeo-ortodoxos, fueron reforzadas por la conciencia internacional de los eventos: el auge de Hitler en Alemania, el crecimiento del antisemitismo y el conocimiento del Holocausto. Ella empezó a participar en actividades, como su involucración en los Bachad, granjas establecidas en Europa que preparaban a la gente para una futura vida en los kibutz (las granjas de vida comunal que se irían a asentar en el futuro país de Israel).

Poco después, tuvo la convicción de que el futuro de su pueblo pasaba por establecerse en Palestina y, de esta manera, en agosto de 1946, solicitó el puesto de profesora de inglés en el Evelina Rothschild School de Jerusalén, primer colegio para chicas fundado en Palestina hacia casi 100 años.

Su solicitud fue aceptada y Esther llegó a Jerusalén el 1 de diciembre de ese mismo año. Una vez allí, fue testigo de la creciente violencia: ataques a los judíos y sus propiedades, la ejecución de activistas como Dov Gruner y el caso del barco con inmigrantes judíos Éxodo. Las cartas que ella enviaba a sus padres daban muestra de su sentimiento de animadversión hacia los británicos, que dominaban aquella región como potencia colonial (no hay que olvidar que Esther nació británica). En otoño de 1947 se unió al Haganá, el ejercito clandestino israelí que surgió en 1920 para defender los asentamientos judíos en Palestina de los ataques árabes.

Foto de Esther Cailingold vestida de uniforme.
 
 
 
Aunque no dejó su trabajo como profesora, empezó a asistir a los campos de entrenamiento. En enero de 1948 se dedicó por completo a su función de soldado. Además, Esther ejerció de locutora en lengua inglesa en un servicio de radiodifusión del Haganá. Cuando pidieron voluntarios para defender el Barrio Judío de la Ciudad Vieja de Jerusalén, Esther no dudó en presentarse.
 
 
Allí vivían niños, mujeres y ancianos, y sólo una pequeña fuerza de combatientes judíos para defenderlos, al mando de Moshe Rousnak. Hasta la partida de los británicos de Palestina, fue posible infiltrar algunos soldados disfrazados y armas de contrabando. La comunidad fue sitiada por los árabes, mientras iban siendo dinamitados los edificios uno a uno.
 
 
Esther llegó a la Ciudad Vieja hacia finales de abril de 1948. Su primera función fue de enlace entre los distintos puestos para llevar suministros, agua y munición. el 16 de mayo los ataques árabes se intensificaron, cuando los británicos ya habían abandonado el país. Esther fue herida de levedad, aunque enseguida regresó a su puesto de enlace. El 19 de mayo una pequeña unidad rompió el asedio para reforzar a la fuerza judía cercada. Por desgracia, los soldados que se quedaron no sabían apenas disparar.
 
 
Las mujeres israelís tuvieron que luchar junto a los hombres durante la guerra de 1948-1949. El momento era crítico y no había más remedio; el futuro de Israel era incierto ante el ataque de cinco ejércitos árabes en apoyo de los palestinos.

 
 
Ese mismo día, la Legión Árabe jordana empezó a invadir Jerusalén, y bombardeó el Barrio Judío. Ante la avalancha de artillería, los judíos contaban con escasas municiones de armas ligeras que se les agotaban de manera agobiante; la resistencia se hizo desesperada. Cuando no pudo continuar con su función de enlace, Esther Cailingold empuñó un fusil y se convirtió en tiradora. El 26 de mayo los árabes volaron un edificio cuando ella estaba entrando. La espina dorsal de la soldado quedó destrozada por la explosión. Fue llevada a la enfermería, pero apenas había suministros y poco se pudo hacer.
 
Esther fue evacuada de la enfermería ante el avance implacable de los árabes. Ella estaba consciente, agonizando aunque rezando sus oraciones. Cuando el barrio cayó en manos de los jordanos, Esther cayó prisionera y fue trasladada al Monasterio Armenio. Sufriendo de altas fiebres y con una insoportable agonía (no había morfina para suministrarle), un camillero le ofreció un cigarrillo. Ella extendió su mano y empezó a cogerlo, pero entonces paró. "No", susurró, "Sabbat" (el día sagrado de la semana judía, los sábados), que fueron las últimas palabras que dijo antes de morir. Sólo tenía 22 años.
 
Aunque hay dos versión es de como se encontró la carta dirigida a sus padres escrita seis días antes de morir, lo que importa es la emotividad de la misma:
 
"Queridos papá y mamá... Os escribo para suplicaros que sea lo que sea lo que me ocurra, hagáis el esfuerzo de aceptarlo con el mismo espíritu que me lo tomo yo. No me arrepiento de nada. Tenemos una guerra amarga que luchar: he probado lo que es el infierno, pero ha merecido la pena porque estoy convencida de que al final disfrutaremos de un Estado Judío y veremos colmados nuestros deseos. Me alegra pensar que vosotros podréis disfrutar y saborear los frutos de nuestra lucha. Sed felices y recordadme con dicha."
 
Salam, Os quiere Esther."
 
La carta que escribió Moshe Rousnak (el Jefe de las fuerzas israelíes en el Barrio Judío) a los padres de Esther tampoco tiene desperdicio:
 
"Cuando la lucha empezó, todos los profesores fueron alistados y tomaron parte activa en todas las batallas. Esther cumplió su deber más allá de lo que le era exigido. Como cualquier valiente y experimentado soldado repelió cada ataque enemigo. Su determinación fue un ejemplo y una fuente de inspiración para los demás... Su muerte fue un serio golpe para todos los que la conocíamos y admirábamos la valentía de una soldado que no tenía temor a la batalla."
 
 
Las cartas están resumidas. Si queréis lleras de forma integral en inglés os dejo el enlace de donde ha extraído casi toda la información para realizar este post:
 
 

miércoles, 22 de octubre de 2014

Bonnie y Clyde. Imágenes de la historia.

Foto real de Bonnie y Clyde.
 
 
Quién no ha oído hablar alguna vez de los míticos bandidos americanos de los años treinta. Vivieron su amor con intensidad y murieron muy jóvenes, entrando en la leyenda. En realidad, no fueron ningunos "angelitos", y entre sus muchas fechorías figuran algunos asesinatos.


La oscarizada película del año 1967 "Bonnie and Clyde". Fue protagonizada por la actriz Faye Dunaway (Bonnie Parker) y Warren Beaty (Clyde Barrow).


Escaparon en muchas ocasiones del cerco policial. Las autoridades se dieron cuenta de que debían contar con el servicio de un profesional. De esta manera, el director del Sistema Penitenciario de Tejas, reclutó a un antiguo ranger de Tejas, llamado Frank Hammer, para dar caza a la pareja de delincuentes. Hamer no iba a hacer el trabajo solo, y se buscó la colaboración de otro ex-ranger, B.M. "Manny" Gault. Ambos consumieron 102 días intentando localizar a Bonnie y Clyde, hasta que el 23 de mayo de 1934 Hamer y Gault, con la ayuda de un equipo de agentes locales, interceptaron a su presa. El automóvil en los que iban los fugitivos fue tiroteado hasta la saciedad, resultando ser el final de las vidas de la mítica pareja.


Foto que muestra el estado en el quedó el coche de Bonnie y Clyde tras el tiroteo en el que perdieron la vida.


Es curioso, al menos, que la fama de Bonnie y Clyde sea universal e imperecedera. Sus vidas fueron breves e intensas, con cierto halo de romanticismo. En cambio, no creo que haya mucha gente que recuerde el nombre o el aspecto del hombre que consiguió acabar (de una manera muy sangrienta, eso sí) con la carrera de delitos que protagonizaron ambos jóvenes.


Frank Hamer.



Bibliografía consultada:
-Texas Rangers, de Stephen Hardin.

sábado, 21 de junio de 2014

Frases célebres: "No pasarán".

Dolores Ibárruri Gómez, llamada Pasionaria, nació en la provincia de Vizcaya en 1895. Sin duda ha sido casi la cabeza histórica y visible del movimiento comunista en España. Activista de dicho movimiento desde muy joven (su marido era un líder sindical minero), participó en la huelga general de 1917, y fue una de las fundadoras del Partido Comunista Español  (P.C.E.). Tuvo seis hijos y se divorció de su marido en 1932. Fue encarcelada varias veces por su activa militancia en manifestaciones comunistas y a sus punzantes discursos políticos. Cuando se instauró la República en España, llegó a tener un escaño en el Congreso de los Diputados, representando a Asturias.




En 1936 estalló la Guerra Civil en España, y Dolores alcanzó la fama mundial. Luchando por la República, en Madrid arengó a los soldados con una frase mítica que pasaría a la posteridad: "no pasarán", animando así a las tropas para que defendieran la capital de España ante el avance de las fuerzas franquistas. De esta forma, el "no pasarán" ha quedado como una especie de eslogan que define muy bien una actitud de defensa a ultranza, de no ceder hasta las últimas consecuencias. Y es que Madrid, en el contexto de la guerra española, era algo más que una importante posición, era un símbolo, algo que no se podía ceder de ninguna manera. Era un objetivo vital como lo fue Stalingrado, por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial, que había sido llamada así en honor de Stalin, el líder de la Unión Soviética, y que se convertiría en la "tumba" de la fuerzas del Eje.

El caso es que la frase que hizo famosa La Pasionaria no fue ideada por ella, ya que se inspiró en un cartel realizado por el pintor algecireño Ramón Puyol para el gobierno de la República.

Anteriormente, durante la batalla de Verdún, una de las más sangrientas de la historia, y, posiblemente, de las más decisivas de la Primera Guerra Mundial (este año se cumple 100 años del comienzo de la misma), ya que los alemanes la asaltaron de una manera masiva el área de Verdún, para intentar abrir una brecha en el estancado frente de trinchera occidental, y que llegaría a durar meses, causando cientos de miles de bajas entre las filas alemanas y francesas, un general francés ideó la frase de "no pasarán" para arengar a sus tropas. Dicho general fue Philippe Pétain (aunque hay algunos que se la atribuyen a Robert Nivelle, también general galo).


Pétain.


Pétain, tras vencer a los alemanes en la colosal batalla de Verdún, llegaría a convertirse en todo un héroe nacional en Francia, aunque, tras la invasión nazi producida 20 años después, y la firma de rendición incondicional tras la derrota, y el establecimiento del Gobierno de Vichy, ese mismo general se convertiría en un personaje maldito por los mismos que le había encumbrado a la gloria en los años de la anterior guerra.

martes, 10 de junio de 2014

El monumento de la batalla de Hafrsfjord.

La imagen de un monumento tan magnífico es la siguiente:



 
 
 
Son representadas en piedra tres enormes espadas de 10 metros de altura clavadas en el suelo. Es una escultura que fue realizada por el escultor noruego Fritz Roed, y que fue inaugurada en 1983. Se encuentra en un fiordo cerca de la ciudad noruega de Stavanger, y es llamada Sverd i fjell, o "espadas en la roca".
 
 


Hay una espada que es la mas larga, y que representa al victorioso rey noruego Harald I el de la Hermosa Cabellera, siendo las otras dos la imagen de los enemigos que fueron derrotados en la batalla naval de Hafrsfjord (hacia el año 872), y que tiene una gran importancia en la Historia de Noruega, ya que significó la unión del país, que hasta entonces estaba dividida entre los grandes caciques vikingos.





La escultura también tiene un mensaje de paz: al estar las espadas incrustadas en la tierra ya no es posible extraerlas para blandirlas en una nueva batalla. Y aquí no hay un rey Arturo que valga (esto es mío).

Fuente: Wikipedia.

 

viernes, 16 de mayo de 2014

Cristina de Pizan, la gran escritora medieval.

Aunque nació en Venecia (1365), ella vivió casi toda su vida en Francia. Su padre era astrólogo y físico en la corte del rey Carlos V. En 1379 se casó con un noble, Etienne de Castel, pero pronto perdería a ambos, a sus queridos padre y marido, encontrándose sola y con dos hijos pequeños y muy escasos ingresos. Ella había sido bien educada cuando era niña y nunca dejó de leer con avidez. Al principio se ganó la vida copiando manuscritos, aunque luego empezó a componer sus propias obras, convirtiéndose en uno de los más respetados autores de la Edad Media. Aunque escribió acerca de muy diversos temas, es interesante desde el punto de vista historiográfico, ya que vivió muy de cerca el conflicto que es llamado la Guerra de los Cien Años.

En 1404 tuvo el encargo de escribir una biografía del rey de Francia Carlos V, que ya había fallecido, que se tituló Los hechos y buenas maneras del rey Carlos el Sabio. En la obra, que contiene una serie de alabanzas a dicho monarca, elogia igualmente los ejércitos franceses, la sabiduría del dirigente para evitar combates innecesarios, y observa lo fatal que puede ser que el ejército se quedara sin dirigente en el fragor de la lucha.


Cristina de Pizan enseñando a su hijo.
 

Cristina refleja muy bien en su obra el desgarrador impacto que tuvo la guerra en toda la sociedad civil de la Francia medieval. Esto se observa perfectamente en la carta que dirigió a la reina Isabel, la esposa de Carlos VI, en 1405; le urgió a la reina en curar la enfermedad y la división del reino (la guerra de los Cien Años no sólo fue una guerra de Francia contra el invasor inglés, también fue un conflicto civil).

La enorme debacle que supuso la derrota de Agincourt (1415) frente a las tropas inglesas, hizo que Cristina escribiera un trabajo de espiritual consolación: La Carta de la Prisión de la Vida Humana, dirigida a Marie de Berry, hija del duque de Berry. La carta era un estímulo, ante la gran pena que había supuesto la derrota en la batalla, y la muerte y el cautiverio de los amados para las damas de Francia. Marie perdió a su hijastro, el conde de Nevers, muerto en combate, y a su marido e hijo, que fueron capturados.

En el verano de 1418, los borgoñones (aliados de Inglaterra) entraron en París. Cristina tuvo que huir, y se refugió en la abadía de Poissy, donde su hija era monja. Su hijo John fue al sur con el Delfín y murió en el exilio. Pero Cristina pudo ver con optimismo como cambiaba el curso de la guerra.

Ella empieza la descripción de  la coronación de Carlos VII como rey de Francia en 1429 diciendo que el sol había empezado de nuevo a brillar...

Ella celebró la victoria de Juana de Arco en Orleans y la coronación del rey en su última obra conocida, El Cuento de Juana de Arco, donde considera que Juana salvó el reino, pero también se acuerda de los hombres leales que iban con ella. Cristina comparó a la anterior con las heroínas del Antiguo Testamento, y predijo que ella guiaría a Carlos VII a la última victoria, la conquista de Tierra Santa.


Cristina fue contemporánea de la heroína francesa Juana de Arco, a la que le dedicó su última obra conocida.


Cristina expone en su obra un profundo interés por la guerra, que destaca en El libro de Hechos de Armas y de Caballería, escrito en 1410, probablemente por encargo de Juan Sin Miedo, el duque de Borgoña. No hay ningún precedente conocido de que una mujer escribiera un tratado militar. Aunque la obra le debe mucho a una obra de 1386 de Honoré de Bonet, y al manual romano del siglo IV de Vegecio, De re militari, Cristina aporta su propia perspectiva. Por ejemplo, ella rememora la batalla Roosebeke (1382) cuando los franceses derrotaron a los ciudadanos flamencos, y da muchos detalles del equipamiento necesario para la defensa de una fortaleza.

Cristina de Pizan murió 1430. Fue una gran mujer que supo ganarse la vida escribiendo, en una época que parece impensable, la Edad Media. Sin duda ha sido una de las pionera de todas las escritoras que le han precedido.




Artículo extraído del libro The Hundred Year´s War, de Anne Curry.

viernes, 18 de abril de 2014

El Cuarto del Rescate.

El Cuarto del Rescate se encuentra en la ciudad peruana de Cajamarca, y es llamado así porque algunos historiadores piensan que es lugar donde pasó prisionero el Sapa Inca (soberano del imperio Inca) Atahualpa. Para intentar salvar su vida, Atahualpa le propuso a Francisco Pizarro, capitán de los soldados españoles, llenar la habitación dos veces de plata y una de oro hasta donde alcanzara su mano. Pizarro aceptó alimentando la esperanza del inca. Sus súbditos, procedentes de todos los rincones del imperio, trajeron los metales preciosos para intentar saciar la codicia de los conquistadores. Una vez que se cumplió la promesa del jefe inca, Pizarro se dio cuenta de que no le podía dejar libre sin más, ya que lo presumible es que llegara con todos sus hombres para acabar con las vidas de los españoles que intentarían escapar cargados de oro y plata hasta la saciedad. Por lo tanto, Atahualpa fue cruelmente ejecutado mediante la estrangulación por garrote vil. Sin un líder claro, el imperio inca se fue desintegrando.


Vista exterior del Cuarto del Rescate en la actualidad.



Vista interior con la zona roja pintada, posible límite de altura de la cantidad de metal que había que llenar para pagar el rescate. Se llenó tres veces, dos de plata y una de oro, en lo que es considerado el rescate más abundante de la historia.



Atahualpa extendiendo la mano marcando así el límite superior de hasta donde debería llegar la cantidad de metal a introducir en el Cuarto del Rescate.



jueves, 27 de marzo de 2014

Inés Suárez, la conquistadora de Chile.

No es nada fácil encontrar información de las mujeres españolas que participaron en la conquista y colonización de América. Si se las mencionaba en los documentos de la época, rara vez profundizaban mucho en aquellos  personajes femeninos. El caso de Inés Suárez no es distinto.

Ella es una de las mujeres más importantes en aquella empresa. Por desgracia, no podemos contar con información de primera mano para reconstruir su biografía, sin duda interesante.

Nació en la localidad extremeña de Plasencia en 1507. Poco se sabe de su infancia: era hija de padre desconocido y su madre trabajaba como costurera, oficio que Inés aprendería. Con 19 años se casó con Juan de Málaga, que marcharía a América para probar fortuna, mientras que Inés permaneció en España esperando su regreso. Cuando se cansó de esperar, solicitó licencia para ir en su busca. Así, tomó el primer barco que pudo y en 1538 llegó a América. Como si fuera un mazazo, se enteró de que su marido había muerto en una batalla entre españoles (la batalla de Salinas entre las fuerzas de los  hermanos Pizarro y las de Almagro).


Inés Suarez.


Sola y en una tierra extraña, cualquier otra mujer se hubiera visto superada por las circunstancias, pero Inés siguió adelante y prosperó. Aceptó una encomienda ofrecida por la Corona para compensarla por la muerte de su esposo al servicio del Rey. Dicha encomienda consistió en un grupo de indias yanaconas, y una pequeña propiedad con la que Inés levantó una próspera granja y un taller que se convertiría en un buen negocio.

Entonces, ella conoció a Pedro de Valdivia, que había luchado junto a su marido en la batalla de Salinas, y se convirtieron en amantes, cosa que no era fácil en una sociedad marcadamente católica, en cuanto él estaba casado con una mujer que vivía en España; el adulterio estaba duramente castigado en América.

La manera de escapar de la presión social fue la organizar una expedición de conquista al sur del desierto de Atacama. Aunque Valdivia lo intentó con ahínco, no pudo conseguir nada más que 11 soldados y 1000 indios yanaconas para su aventura. Inés fue registrada como sirvienta, ya que no podía participar de otra forma.

La expedición no estuvo exenta de peligros, y, además, contó con la oposición de otro grupo de españoles que intentó lograr el mismo objetivo al mando de Pero Sánchez de la Hoz. Este individuo intentó acabar con la vida de Valdivia, pero el azar quiso que, de alguna manera, Inés Suarez evitara su muerte. Pedro de Valdivia, inexplicablemente perdonó a de la Hoz.


Pedro de Valdivia, fundador de la actual Santiago de Chile.


Tras el amargo incidente, Inés ya no pudo dormir tranquila el largo viaje que les llevó a lo que  Valdivia denominó Santiago de Extremadura (actual Santiago de Chile). Las poblaciones con las que se fueron cruzando resultaron ser muy hostiles, y les atacaban o no dejaban nada que les pudiera servir para poder alimentarse.

Pero el peor problema que tuvieron que abordar fue la falta de agua. Cuentan los cronistas que era Inés la que la encontraba cuando más desesperados estaban sus compañeros, como si de un sexto sentido estuviera dotada. Además, curaba a sus compañeros heridos y animaba a los que lo necesitaban, demostrando ser una gran camarada.

Inés llegó a luchar armada con una espada y una cota de malla, como si fuera un soldado más. Los cronistas la comparan con algún mítico guerrero medieval. A la falta permanente de provisiones, Valdivia intentó solucionarla con un ardid. Propuso un encuentro con siete de los caciques principales de la región para intentar llegar a un acuerdo en torno al  aprovisionamiento de la recién fundada ciudad de Santiago. Al no llegar a un acuerdo, los caciques fueron apresados. Pero, un día estando ausente Valdivia, la ciudad fue asediada para intentar liberar a los retenidos. La situación era insostenible y los hombres de Valdivia estaban a punto de rendirse cuando Inés tomó una fatídica y osada decisión para acabar con la tensa situación: ordenó que los caciques fueran ejecutados para sembrar el pánico entre el enemigo. Inés misma inició la matanza cortando la cabeza a dos de los condenados. Las cabezas fueron lanzadas a la multitud que asediaba la ciudad mientras que Inés arengaba a sus hombres.

Valdivia reconoció públicamente la labor de Inés y la condecoró con una medalla y le concedió otra encomienda. Valdivia sería nombrado gobernador del Reino de Chile, pero no pudieron deshacerse de las acusaciones de adulterio. Por lo tanto, a Inés no le quedó otro remedio que buscarse otro hombre para casarse con él. No se si llegaría a encontrar el  amor con su nuevo marido, o si el matrimonio era una excusa para seguir teniendo relaciones con Pedro Valdivia, el caso es que Inés se asentaría y echaría raíces en aquel país, y sería respetada por todos. Junto a su esposo llegaría a convertirse en gobernadora de Chile, y sería valorada más por su osada existencia que por ser la mujer de un gobernador, raro privilegio del que muy pocas mujeres han disfrutado en la historia.


-Extraído de la revista Clio, número 71, de Inmaculada Simón Ruiz y Emilio Calle.



jueves, 20 de febrero de 2014

El decálogo del buen vikingo.

Los que voy a poner a continuación serían los diez consejos que le daría un experimentado jefe vikingo  a uno novato que se va a embarcar en su primera expedición. Es una idealización mía basándome en la Historia, Arqueología y en las sagas.





1º Cuando estés navegando por el mar y no puedas guiarte porque esté nublado y no puedas ver el sol, ¿qué puedes usar para conducir tu barco sin perderte?

El vikingo viejo le diría al joven: usa una piedra solar. Algunas sagas nos dicen que los vikingos tenían piedras solares para orientarse en los días nublados. Así, según en una de ellas, el rey Olaf "agarró una piedra del sol, miró al cielo y vio de donde vino la luz, de la que supuso la posición del Sol invisible".

Los investigadores piensan que los hombres del norte usaban ciertas piedras con una característica especial, la birrefringerancia. Así, la cordierita, que es abundante en Noruega, y el espato, que se encuentra en Islandia, pueden ser útiles para orientarse cuando los días nublados impiden ver donde se encuentra el sol. El problema es que nunca se han encontrado estos minerales en contextos arqueológicos de la era vikinga y, por tanto, no se puede asegurar que realmente los llegaran a usar alguna vez en sus navegaciones.

2º Si te encuentras una flota enemiga que busca el enfrentamiento naval con la tuya, ¿cómo afrontarías el combate?

Debes atacar el barco enemigo con la tripulación más fuerte, que será adonde vaya el jefe de tu enemigo, con tu mejor nave. Si logras vencerlo ganarás la batalla, ya que el resto de los buques abandonará, probablemente la lucha.

En la batalla del fiordo de Hafrs (hacia el 872), el rey Harald el Rubio derrotó a una alianza de jefes vikingos, para convertirse en rey de toda Noruega. En su propia nave contaba con un grupo de guerreros de élite escogidos de entre los mejores ocupando la proa de la nave; además, había otro grupo de temibles bersekers. Harald se acercó al barco donde se encontraba uno de los principales líderes de la flota enemiga, Thorir el de la Larga Barba, que no pudo resistir la acometida enemiga. Con su derrota, en los primeros compases del enfrentamiento, el resto decidió rendirse concediendo la victoria al rey Harald.

3º Cuando remontes un río navegable, y te encuentres con un puente que está a una altura que impide que los barcos puedan pasar debajo de dicha construcción, ¿qué es lo que puedes hacer para poder continuar la navegación?

El veterano le diría al joven: desmonta el mástil y así podrás pasar por debajo del puente sin problemas.

Las naves vikingas sólo tenían un mástil y era desmontable. Al quitarlo, la altura del barco sería lo bastante baja como para poder pasar por debajo de cualquier puente.





4º Si siguieras remontando el río y te das cuenta de que no merece la pena continuar, y decides volver por donde has venido, ¿darías la vuelta al barco para orientarte en la dirección contraria?

No haría falta, pues los barcos vikingos eran iguales en ambos lados. Sería suficiente conque los remeros cambiaran de posición y manejaran los remos en el sentido contrario, sin necesidad de rotar el barco al ser este prácticamente simétrico desde el eje transversal.

5º Si has remontado el río y ves que no puedes seguir avanzando, y observas que hay otro río cercano que es navegable, y lo puedes aprovechar para continuar con tu objetivo marcado, ¿qué puedes hacer?

Saca el barco del agua y avanza por tierra, ayudándote del rodamiento de troncos de árbol que se pueden colocar bajo el casco, empujando el barco hasta el próximo río.

Los barcos vikingos eran tan poco pesados que su misma tripulación podían llevarlos campo a través.

6º Cuando desembarques con las tropas en la tierra que pretendes saquear o conquistar procura avanzar lo más rápidamente hacia los puentes y pasos estrechos para defenderlos de un posible contraataque enemigo, ya que con pocos hombres podrás dominarlos fácilmente.

En la batalla de Maldon (991), entre un ejército local, al mando del héroe sajón Byrhtnoth, y otro vikingo recién desembarcado dirigido por Olaf Tryggvason, bastaron tres guerreros sajones para defender un paso estrecho que impedía a los vikingos seguir avanzando.

Aparte, en la batalla de Stamford Bridge (1066), un único guerrero vikingo pudo contener él solo al ejército sajón de Harald Godwinson durante una hora en el puente de Stamford, mientras el resto del ejército vikingo se apresuraba a prepararse para la batalla. Cuando un soldado inglés pudo encontrar la manera de atravesar el río, se acercó por la retaguardia del enorme berseker y le dio muerte, pudiendo el resto de las tropas pasar por el puente.

7º Procura luchar en una batalla en el lado que más te convenga en ese momento. Un buen vikingo no conoce más amigo que su propio interés, y no tengas inconveniente en luchar al lado de un sajón contra otro vikingo si eso te beneficia de algún modo.

En la gran batalla de Brunanburh (937), hubo vikingos que lucharon al servicio del rey sajón (como el bardo y berseker Egil Skallagrimson) Athelstan (nieto de Alfredo el Grande), contra una coalición de escoceses, britanos y vikingos irlandeses y de York. El resultado fue la derrota de la coalición, donde murieron siete condes vikingos. Del otro bando murió, entre otros, el hermano de Egil, Thorolf Skallagrimson.

8º Cuando quieras tomar una ciudad, procura hacerlo a una que esté a medio construir y con poca guarnición. Si no te queda otro remedio que hacerlo en una que esté bien fortificada, usa todo el ingenio que poseas para poder hacerlo.

Un ejército vikingo tomó la ciudad de Andraedsweald (Inglaterra) en el 892. Estaba a medio construir y las levas que estaban allí ayudando a la construcción estaban mal armadas, por lo que a los vikingos no les costó mucho la empresa.

En cambio, a la hora de conquistar ciudades fortificadas, a los jefes vikingos no les faltaba imaginación. Así, Bjorn Ragnarsson (uno de supuestos hijos del célebre Ragnar Lothbrok) quiso conquistar la muy defendida ciudad de Luni (en la actual Italia), se le ocurrió la idea de hacerse pasar por muerto, y que quería ser enterrado en un lugar cristiano. De esta manera, un séquito de sus hombres desarmados accedió a entrar en la ciudad con su supuesto cadáver en un ataúd. Una vez dentro de la ciudad, destapó la tapa y entregó las armas que estaban ocultas a los hombres que habían accedido al recinto; de esa manera cayó la ciudad.

Otro plan ingenioso fue el que uso Harald Hardrada para tomar una ciudad de Sicilia. Ató a las patas de unos gorriones pequeños trozos de madera con ciertas sustancias inflamables y les prendió fuego. Los pobres animales buscaron refugio enseguida en sus nidos propagando el fuego a los techos de las casas de la ciudad y, después, al resto de la misma. De esa forma los habitantes de la urbe se rindieron.



9º Cuando hayas desembarcado en un país extranjero no te confíes nunca y permanece prevenido; nunca podrás saber bien lo cerca que puede estar el enemigo.

Cuando los vikingos noruegos al mando de Harald Hardrada desembarcaron en el norte de Inglaterra, y tras vencer a las levas locales en la batalla de Fulford, descansaron y se quitaron las cotas de malla pensando que el rey sajón Harold se encontraba lo suficientemente lejos para encontrarse con ellos en una batalla campal. El inglés obligó a sus tropas a marchar de una manera forzada (recorrieron 200 km en tan sólo 5 días) la distancia desde Londres hasta York, atacando de forma inmediata a el ejército vikingo que no esperaba el ataque. Como no tenían las cotas de malla puestas, a los sajones no les costó mucho vencer. El mismo rey noruego Harold murió en el enfrentamiento.

10º Si vas afrontar una batalla campal usa la formación de "muros de escudos". Intenta evitar el enfrentamiento contra una importante fuerza de caballería y, si es posible, da un poderoso golpe de mano cuando el enemigo menos de lo espere.

La táctica habitual de los ejércitos de la época vikinga era formar solapando los escudos. De esta manera formaban una especie de falange que era muy difícil de romper si estaba bien organizada. Los ataques de caballería no eran muy habituales, y los vikingos, en especial, no combatían a caballo, que lo usaban para el transporte veloz de tropas. Cuando combatían contra una fuerza montada, los vikingos solían perder el combate, como en la batalla de Saucourt (881) contra los francos.

Con respecto al ataque al palacio real de Chippenham (878) en pleno invierno, cuando el ejército sajón estaba desmovilizado, en una época de festividad religiosa, fue un golpe maestro y devastador que casi acaba con la independencia de la Inglaterra anglosajona. Alfredo el Grande tuvo que refugiarse en los pantanos de Somerset, desde donde empezó la larga guerra que expulsaría a los vikingos de Inglaterra.

 Por último, cuando te hayas hecho rico, y ya seas viejo y hallas perdido las ganas de hacer el vikingo, entierra tu tesoro y asegúrate de que nadie sepa donde lo has escondido.

En la edad moderna han aparecido diversos tesoros de metales valiosos en algunas partes de Inglaterra y Escandinavia pertenecientes a vikingos que los enterraron con la confianza de que algún día lo iban a recuperar. El famoso vikingo Egil Skallagrimson, enterró un magnífico tesoro de plata en cierto lugar de Islandia, matando, después, al siervo que le había ayudado a excavar el escondrijo.


Tesoro vikingo hallado en Inglaterra en 2007.


El vikingo viejo le diría al final que si siguiera todos sus consejos al final sería un hombre rico y lleno de aventuras que contar. Que no le faltarían mujeres, que viviría en una gran casa, llena de esclavos y con docenas de nietos, y que algún escaldo cantaría sus hazañas...

Aunque, es posible que el joven pensara que el destino de un auténtico vikingo es morir en la batalla, con la espada en la mano para entrar en el salón de los guerreros valerosos y tomar cerveza e hidromiel con Odín.

Bibliografía consultada:
-Anglo-Saxon Thegn AD 449-1066, de Mark Harrison.
-Viking Hersir 793-1066 AD., de Mark Harrison.
-El azote del Norte: Vikingos, de Ian Heath.

domingo, 12 de enero de 2014

Imágenes de la historia. El señor de Tréville.


Esta pintura fue realizada por alguno de los tres hermanos franceses Le Nain (Antoine, Louis y Mathieu). Como sus estilos pictóricos eran tan parecidos, y firmaban los trabajos con su primer apellido, no se puede asegurar quién fue el verdadero autor de este óleo, que a día de hoy se encuentra perdido. El retratado es Jean-Armand du Peyrer, Conde de Troisville (o Tresville), es decir, el señor de Tréville de las novelas de Alejandro Dumas Los tres mosqueteros.

Además de d'Artagnan y del señor de Tréville, los tres mosqueteros fueron personajes genuinamente auténticos, en los que se basó Dumas para inmortalizarlos en sus obras literarias. De esta manera, Armand Athos e Isaac Pathou (Porthos) eran primos del Conde de Tresville, siendo éste, además, el tío de Henri d'Aramitz (el Aramis de ficción).


viernes, 10 de enero de 2014

La historia de un espartano, Aristodemo.


Gracias a la obra conservada de Herodoto, conocemos la historia de un espartano llamado Aristodemo. Nació hacia el año 520 a.C. en Esparta. Sus padres tuvieron como obligación llevarlo ante un consejo de ancianos, que decidían si merecía vivir. Los bebes que no eran considerados de constitución robusta, eran abandonados en un barranco del monte Taigeto. Los demás entraban el sistema de educación. A los cinco años, se les apartaba de los padres y se les endurecía para ser futuros soldados al servicio de Esparta. Sus compañeros serían su familia. A los 19 o 20 años se convertían en Iguales, es decir ciudadanos espartanos.

El sistema de educación se llamaba agoge, y su objetivo era convertir a los hombres en ciudadanos-soldado. La disciplina, la dureza física y mental, el cantar, el bailar, la competitividad, pruebas de lucha, atletismo..., todo ello formaban parte de la vida diaria de los alumnos.



Gracias a la obra conservada de Herodoto, conocemos la historia de un espartano llamado Aristodemo. Nació hacia el año 520 a.C. en Esparta. Sus padres tuvieron como obligación llevarlo ante un consejo de ancianos, que decidían si merecía vivir. Los bebes que no eran considerados de constitución robusta, eran abandonados en un barranco del monte Taigeto. Los demás entraban el sistema de educación. A los cinco años, se les apartaba de los padres y se les endurecía para ser futuros soldados al servicio de Esparta. Sus compañeros serían su familia. A los 19 o 20 años se convertían en Iguales, es decir ciudadanos espartanos.

El sistema de educación se llamaba agoge, y su objetivo era convertir a los hombres en ciudadanos-soldado. La disciplina, la dureza física y mental, el cantar, el bailar, la competitividad, pruebas de lucha, atletismo..., todo ello formaban parte de la vida diaria de los alumnos.

En las Termópilas, los griegos se enfrentaron a un ejército colosal de persas que multiplicaban en número las fuerzas helenas. Cuando la batalla acabó, todos los espartanos que habían quedado para defender el paso, habían muerto, incluido su valiente rey. Pero hubo dos que habían abandonado el campo de batalla antes de que esta hubiera empezado. Uno de ellos era Aristodemo. Él y otro espartano llamado Éurito sufrieron una grave infección ocular que les impedía combatir y Leónidas les autorizó a retirarse a un pueblo cercano. El caso es que Éurito, volvió al campo de batalla, aunque casi no veía, y murió en la carnicería final. Además de Aristodemo, otro espartano sobrevivió a la batalla, llamado Pantitas, ya que había sido enviado a Tesalia como mensajero y, cuando volvió, el combate había acabado.

En Esparta, Leónidas y sus 298 hombres fueron ensalzados como héroes y Aristodemo y Pantitas sufrieron deshonra y humillación; se les consideró cobardes, la peor injuria para un espartano. Al ver que Eurito había vuelto al campo de batalla, aunque estuviera casi ciego, para luchar, lo espartanos vieron en el ejemplo de Aristodemo algo imperdonable, aunque siguiera las órdenes de su rey.

Los hombres que habían huido del enemigo eran llamados "tresantes", que significa "temblorosos". Estaban obligados a identificarse con parches de color en sus capas rojas. Nadie les hablaba, ni podían ostentar cargos públicos. Aristodemo sufriría tales humillaciones, no solo por él, sino por su descendencia. Pantitas, el otro espartano que sobrevivió a las Termópilas, tomó la opción de ahorcarse al no soportar aquella situación. Aristodemo, en cambio, resistió y esperó la oportunidad de poder limpiar su nombre.


 
 
Ésta llegó con la llamada batalla de Platea (479). Cuando un gran ejército de griegos marchaba para vencer de una vez por todas a los invasores persas, a Aristodemo nadie le dirigía la palabra. En su mente sólo había un pensamiento: un acto de valentía que le hiciera recuperar su honor.

En medio de la batalla, cuando los espartanos tenían que aguantar, en una posición desesperada, la llegada de refuerzos de los demás contingentes helenos, en la primera línea, un hombre no pudo esperar más. Rompió la línea de su regimiento y cargó contra los persas. A su izquierda, los tegeos se lanzaron adelante, y el general espartano tuvo que dar la orden. Los espartanos cargaron. Los espartanos, que hasta entonces habían estado aislados, lograron por ellos mismos la victoria, matando a su general por el camino. El hombre que cargó en solitario contra los persas, arrastrando a los demás, fue Aristodemo. Murió en la lucha, pero pudo limpiar su honor.

Gracias a Herodoto, conocemos su historia.

Extraído del libro de Philip de Souza, "De Maratón a Platea".

Aníbal y Alejandro Magno: Los hijos aventajados.


No hace falta decir que ambos personajes fueron grandes conquistadores y excepcionales generales. Aunque, tuvieron en común algo más, fueron hijos de grandes hombres. No creo que sea muy atrevido decir que si Filipo II no hubiera sido el padre de Alejandro, éste no habría llegado a ser el gran personaje histórico que resultaría ser. Y lo mismo se podría decir de Aníbal con respecto a su progenitor, Amílcar Barca.

Uno fue asesinado y el otro cayó en combate, y es indudable que Filipo y Amílcar tuvieron una muerte prematura. El macedonio murió en un momento muy oportuno, ya que iba a iniciar una campaña de conquista contra el imperio persa. Por otro lado, sí Amílcar no hubiera caído luchando contra los íberos, tal vez hubiera conquistado una parte de fundamental de la península Ibérica y, quien sabe, tal vez se hubiera aventurado a llevar sus campañas en suelo romano pues, como dijo Tito Livio:

La pérdida de Sicilia y Cerdeña traía a mal perder a aquel hombre de gran espíritu (Amílcar) ... Torturado por estos sentimientos... y luego en Hispania, durante nueve años, actuó de tal forma incrementando el poderío cartaginés que resultaba evidente que andaba dándole vueltas a la idea de una guerra de mayor alcance que la que estaba haciendo y que, si hubiese vivido más tiempo, conducidos por Amílcar los cartagineses habrían llevado a Italia la guerra que llevaron conducidos por Aníbal.

En el congreso de Corinto, celebrado el año 338 a.C., los estados griegos dictaminaron unir sus ejércitos para invadir el imperio persa. Al mando de la tropa se encontraría el mismo que propició la alianza, Filipo II. Si no hubiese fallecido, probablemente el objetivo se hubiese cumplido. Como en el caso anterior, la gloria se la llevó su primogénito.


Así, son las cosas. Cuantos grandes hombres caen de las páginas de la Historia, sin que sepamos nada de ellos, ya que ningún cronista o historiador ha reparado en ellos. O, como en este caso, el de Amílcar y Filipo II, que caprichosa es la Historia, que relega la fama inmortal a los progenitores de los grandes personajes que fueron Aníbal y Alejandro, ya que la muerte les sorprendió en el mejor momento de sus carreras.

Macedonio y cartaginés, Filipo y Amílcar, además de padres fueron maestros. El primero le enseñó a Alejandro como manejar de forma conjunta una poderosa caballería y una, igualmente, potente infantería. Le diría como vencer a unos ejércitos persas, muy numerosos, pero muy escasamente cohesionados pues procedían de las innumerables rincones del enorme imperio asiático; cada uno con unas costumbres distintas, con una vestimenta propia y con el dialecto de su lugar de origen. Por otro lado, Aníbal aprendería de su padre como dirigir los elefantes de batalla, de como usar la caballería para envolver grandes formaciones enemigas, y de como hacerse respetar y querer entre los hombres pertenecientes a un ejército plagado de mercenarios que procedían de diversos lugares.




La fama de Alejandro Magno es inmortal. Por mucho que pasen los siglos nadie se olvidará del joven macedonio que conquistó un gran imperio. Lo mismo se puede decir de Aníbal y de su gran victoria de Cannas, en la que aniquiló a un enorme ejército romano que casi le duplicaba en efectivos. Esa batalla ha sido y será una de las grandes batallas de la Historia. En cambio, muy pocos se acuerdan de quienes fueron hijos y de cuanto le debieron a sus padres, dos de los más grandes marginados del panteón de los héroes de la Historia Universal, Amílcar Barca de Cartago y Filipo II de Macedonia.

El arte de la manipulación en el arte: El cantar de Roldán.


Hace algunas semanas una entrada en mi otro blog, "buceando en la leyenda", sobre la historicidad de Roldán, el protagonista de "el cantar de Roldán". Esta obra literaria cuenta la historia del sobrino de Carlomagno, que es traicionado y atacado en un estrecho desfiladero por una oleada de miles de soldados sarracenos, en lo que es conocida como la batalla de Roncesvalles.

Dicho evento se trata de un hecho real documentado en diversas fuentes históricas. Una de ellas, la crónica de Eginardo, el biógrafo de Carlomagno, escrita unos 50 años después de la batalla, nos ofrece una información muy útil de los hechos acontecidos. Dicha obra cuenta que Roldán era prefecto de la marca de Bretaña y que cayó en el combate, aunque no aporta ninguna información que nos haga suponer que era sobrino del rey de los francos. En general, no hay ninguna fuente histórica que confirme que exista ese parentesco.







Además, la crónica de Eginardo dice que el enemigo que venció a la retaguardia comandada por Roldán no eran soldados musulmanes, si no que eran vascones. Posiblemente, éstos no contarían con demasiados combatientes. Es muy posible que su armamento fuera muy inferior al de los francos, que contarían con cotas de malla, escudos, cascos y protecciones para sus caballos. En cambio, tendrían el conocimiento del terreno y la ventaja de poseer una posición natural muy ventajosa desde la que poder atacar por casi todos los flancos al ejército procedente de más allá de los Pirineos.

"El cantar de Roldán", aunque fue escrito hacia el año 1150, se gestó en tiempos en los que ocurrieron los hechos. Después, fue transmitiéndose de forma oral de generación en generación, hasta que alguien los escribió en el siglo XII. Está documentado que fue cantado por un juglar antes de producirse la batalla de Hasting (1066) para infundir al ánimo a los soldados normandos, que procedían del norte de Francia.

La persona (o personas) que compuso el largo poema, no diría que el ejército de Carlomagno, prácticamente invicto en todas las campañas que realizó en esa época, fue derrotado por un enemigo de tan poca entidad como el de los vascones: un ejército de pastores, poco más o menos, irregular en cualquier caso, armados con piedras, armas improvisadas muy inferiores a las de los francos. El prefecto de Bretaña, Roldán, del que no se le conoce ninguna proeza anterior, es convertido en sobrino de Carlomagno, muriendo con una heroicidad fuera de lo común, digna de todo un cantar de gesta, y que no quiso tocar el famoso olifante hasta que la derrota no fue inevitable. De esta manera, Roldán es transformado en todo un héroe, con una fama imperecedera, que luchó contra un ejército enorme, compuesto por decenas de miles de soldados musulmanes, bien armados, que habían conquistado un imperio, partiendo desde Arabia en los tiempos de Mahoma.

Es decir, lo que, seguramente, fue una escaramuza o combate menor, algún juglar lo narró como una gran batalla. Además, subió a los altares de la fama a un personaje (que no podía ser un noble cualquiera), que posiblemente no tenía la sangre real (posteriormente imperial) de Carlomagno. Para mí, es todo un ejercicio de manipulación, aunque, eso sí, muy bien construido.

Si esto fuera así realmente (es mi opinión), sería interesante especular con la participación de los poderes políticos en la elaboración del cantar de gesta sobre la muerte de Roldán, el posible sobrino de Carlos el Grande, rey de los francos.

Ragnar Lothbrok y sus hijos.


Europa occidental. Finales del siglo VIII d.C. El cristianismo ha triunfado. Un franco llamado Carlos Martel ha frenado a los musulmanes en un lugar llamado Poitiers. Éstos ya no se aventurarán más allá de los Pirineos otra vez. Se ha perdido la Hispania visigoda, católica desde tiempos de Recaredo I; es el precio que había que pagar. Pero, un líder llamado Don Pelayo, surgió de las montañas de Asturias, en Covadonga, para vencer a la marea islámica, imparable desde los tiempos de Mahoma. De ahora en adelante, recuperar los territorios ibéricos para la causa cristiana es cuestión de tiempo. Mucho tiempo; empieza la larga "Reconquista". Los musulmanes se empantanan en las tierras hispanas, mientras una multitud de reinos surgen en el norte peninsular. Ellos se encargarán de combatir y entretener el empuje islámico, mientras que el resto de Europa respira tranquila.

 
 
El rey de los francos se llama ahora Carlos, el que será conocido como Carlomagno. Coronado por el papa de Roma como emperador, intentará resucitar el sueño de un imperio romano, ya pasado, y cristiano. Pareciera como si el paganismo estuviera a punto de ser erradicado del mundo para siempre. Pero, a Inglaterra llegan unos barcos con cabeza de dragón. De ellos surgen unos feroces guerreros gritando el nombre del dios Odín, el dios de la guerra, aunque tienen muchos dioses más. Esos hombres están sedientos de sangre y, cuentan entre sus filas con algunos guerreros llamados bersekers, que son los que inician el combate. Enloquecidos, en trance, o más bien drogados, empiezan a correr como locos hacia los soldados enemigos, asestando golpes de hacha o espada, o lo que tengan a mano a diestro y siniestro, matando a todo el que se cruce en su camino, ya sea enemigo o amigo, ya que no conocen otro afán más que el de matar.

Los hombres que desembarcaron en Inglaterra eran los vikingos, aunque también se les conocía como normandos, hombres del norte, daneses, paganos... La motivación que les guiaba era el gusto por el saqueo, el ansia de aventuras y la pasión por navegar y explorar. Su objetivo era alcanzar la gloria y el poder. Deseaban que alguien cantara sus hazañas y que fueran recordadas para siempre. En algunos casos eso fue posible, pero siglos después cuando se empezaron a escribir las sagas. Los vikingos que han empezado sus expediciones en Inglaterra quieren oro y no tienen reparos en matar, ni esclavizar, ni sacrificar a sus semejantes. Ellos no saben nada sobre Jesús de Nazaret, ni conocen la compasión humana.

El resto de los occidentales tampoco es que fueran mejores personas. También mataban y exterminaban a sus semejantes, como hizo el muy católico Carlomagno cuando no tuvo reparos en ordenar cortar la cabeza a 4.500 sajones. A lo mejor es que los vikingos tenían las ideas más claras y actuaban sin tanta hipocresía.

Fue en esta época, entre finales del siglo VIII y principios del siglo IX, cuando aparecieron no uno, sino muchos Ragnar. Eran los jefes de las distintas expediciones, compuestas de uno, dos, tres o más barcos drakkars. Asaltaban monasterios, pueblos y ciudades. Mataban, robaban, violaban y secuestraban. Tan pronto como llegaban, se iban por el mar. Los que escribieron las sagas, unos 300 o 400 años después, se dieron cuenta que no conocían el nombre de los jefes que dirigían aquellas primeras expediciones vikingas, por lo que se inventaron a Ragnar Lothbrok para que fuera el protagonista de todas aquellas incursiones.

Ragnar era el compendio del auténtico guerrero nórdico. El mejor de todos. El valiente y osado Lothbrok o "calzones peludos". El que no se detenía ante nada ni nadie. Al que no le importaba matar con tal de conseguir un botín de oro y plata. No tenía los remordimientos de los cristianos. Matar no era pecado, ni robar, ni esclavizar, ni saquear. Era libre, sus dioses se lo permitían. Su objetivo era la aventura, la navegación, la matanza. Los cristianos también mataban, aunque su dios les dijera que era un pecado capital, pero se veían moralmente superiores para condenar, por medio de sus cronistas eclesiásticos, a aquellos paganos que procedían de Escandinavia, sólo porque eran paganos, ya que no creían en el dios al que ellos honraban.

 


El cristianismo había vencido en Occidente, sí, pero los paganos eran una amenaza creciente en el norte de Europa, y ahora su apetito estaba enfocado hacia la católica Inglaterra, que no existía como tal sino que era un conjunto de pequeños reinos cristianos, y que no hacía demasiado que habían dejado de venerar a los mismos dioses de los vikingos.

Fue entonces cuando el rey anglosajón de Northumbria, Aella, cometió el mayor error de su vida: mandó echar a un pozo de serpientes a Ragnar Lothbrok, el mayor héroe que los vikingos habían conocido hasta entonces. Ragnar no tuvo la oportunidad de morir combatiendo. No pudo ser recogido por las valkirias para llevarlo al Valhalla y reunirse con otros héroes y celebrar un banquete casi eterno, sólo porque no murió con un espada en la mano matando a sus enemigos en una gloriosa batalla entre guerreros.

Cuando la noticia llegó a los oídos de sus hijos, entraron en cólera y tardaron poco en reunir una gran flota de barcos atestados de vikingos ansiosos de gloria y botín. El objetivo no sólo era conquistar Northumbria y castigar al cobarde de Aella, que podía darse por muerto, sino que Inglaterra entera sufriría la ira de los hijos de Ragnar.

Al frente de la expedición se encontraba uno de los hijos del célebre Lothbrok, Ivar, llamado el deshuesado, porque era un berseker, que cuando se ponía en trance pareciera que no tenía cartílagos, por la forma tan apresurada en que tenía de asestar golpes. Además, era el más cruel y despiadado de todos los hermanos. Cuando apresaron al rey Aella, fue Ivar el que propuso aplicarle una ejecución ejemplar. Le sacarían los pulmones, después de quitarle las costillas, y los desplegarían en forma de alas sangrantes. Era la tortura del "águila de sangre". No fue el único rey al que mató. Cuando capturó al rey de East Anglia tampoco tuvo piedad y le mandó ejecutar. Como no había tenido nada que ver en la muerte de su padre, le aplicó un castigo menos severo: al rey Edmundo lo ataron a un árbol y le ensartaron a flechazos hasta que pareciera un puercoespín. Si Ivar hubiera podido apresar a los reyes de Mercia y Wessex, seguro que su destino hubiera sido igual de aciago. A Ivar, perfectamente, le podían haber el puesto el sobrenombre de "matarreyes", al estilo de Jaime Lannister.

Halfdan y Ubbe fueron los otros hermanos que acompañaron a Ivar en la conquista-venganza a Inglaterra. Ubbe era el supersticioso. Sus hermanas, que eran hechizeras, habían bordado un estandarte muy especial, que el hijo de Ragnar siempre llevaba en la batalla. Era el estandarte del cuervo, y tenía unos poderes mágicos que hacían ganar batallas. Pero, desgraciadamente no le pudo salvar a Ubbe, ni a su hermano Halfdan cuando un ejército de sajones acabaron con sus vidas y le arrebataron dicho estandarte.

Otro de los hijos célebres de Ragnar Lothbrok, fue Bjorn. Éste era el hijo astuto de Ragnar. Lo más seguro es que Bjorn no conociera cierta historia de un héroe griego llamado Odiseo, la de un caballo de madera, la de una ciudad amurallada llamada Troya...¿o sí la conocía? Parece que damos por hecho que los vikingos eran unos guerreros crueles e incultos sin más, pero no hay nada más que ver su arte para darnos cuenta las cosas tan hermosas que eran capaces de hacer. El caso es que Bjorn ideó un plan, propio de la genialidad de Ulyses, para conquistar una ciudad llamada Luni. Él se haría pasar por muerto y, en su ataúd se escondería multitud de armas para dárselas a los acompañantes de su séquito fúnebre una vez que estuvieran dentro de la ciudad. Le dirían al obispo, ansioso de llevar a las ovejas descarriadas por el camino correcto, que su líder muerto se había convertido al cristianismo y que quería ser enterrado en un santo lugar. El obispo dijo que sí. Tal vez pensara que podía bautizar al resto de la banda de camino y anotarse, así, un buen tanto, que le haría pasar a los anales de la historia. Pero, durante el tiempo de la misa de difuntos se obró un milagro. De repente, el muerto resucitó pero no como cristiano arrepentido, si no como vikingo despiadado que empezó a repartir hachas y espadas a sus compañeros para sembrar de cadáveres todo a su alrededor.

Otro famoso hijo de Ragnar fue Hastein, que acompañó a Bjorn en su periplo por el Mediterráneo. Después, continuó sus andanzas por Francia, Bretaña e Inglaterra. Vivió tantos años que incluso las crónicas no recogen su muerte. Posiblemente murió de viejo en cualquier lugar, o luchando en un pequeño combate no registrado en ninguna crónica medieval. No se sabe si fue al Valhalla a beber cerveza con su padre y sus hermanos, aunque hizo más méritos que ningún vikingo conocido, ya que sus hazañas fueron incontables.

Ragnar tuvo más hijos e hijas que no fueron tan famosos como los anteriores. Engendró muchos vástagos para ser una persona que no ha existido ¿no creéis?

Después de Ragnar vinieron sus hijos, y, después de ellos, otros vikingos, igual de osados, ambiciosos, y codiciosos. El cristianismo venció a Atila. Los germanos que acabaron con el imperio romano, fueron bautizados al cristianismo y se volvieron sumisos a la iglesia de Roma. Pero ahora, a partir del siglo VIII ¿quién iba a salvar a los europeos occidentales de la ira de los hombres del norte?