EL RUMBO DE LA HISTORIA

EL RUMBO DE LA HISTORIA

jueves, 27 de marzo de 2014

Inés Suárez, la conquistadora de Chile.

No es nada fácil encontrar información de las mujeres españolas que participaron en la conquista y colonización de América. Si se las mencionaba en los documentos de la época, rara vez profundizaban mucho en aquellos  personajes femeninos. El caso de Inés Suárez no es distinto.

Ella es una de las mujeres más importantes en aquella empresa. Por desgracia, no podemos contar con información de primera mano para reconstruir su biografía, sin duda interesante.

Nació en la localidad extremeña de Plasencia en 1507. Poco se sabe de su infancia: era hija de padre desconocido y su madre trabajaba como costurera, oficio que Inés aprendería. Con 19 años se casó con Juan de Málaga, que marcharía a América para probar fortuna, mientras que Inés permaneció en España esperando su regreso. Cuando se cansó de esperar, solicitó licencia para ir en su busca. Así, tomó el primer barco que pudo y en 1538 llegó a América. Como si fuera un mazazo, se enteró de que su marido había muerto en una batalla entre españoles (la batalla de Salinas entre las fuerzas de los  hermanos Pizarro y las de Almagro).


Inés Suarez.


Sola y en una tierra extraña, cualquier otra mujer se hubiera visto superada por las circunstancias, pero Inés siguió adelante y prosperó. Aceptó una encomienda ofrecida por la Corona para compensarla por la muerte de su esposo al servicio del Rey. Dicha encomienda consistió en un grupo de indias yanaconas, y una pequeña propiedad con la que Inés levantó una próspera granja y un taller que se convertiría en un buen negocio.

Entonces, ella conoció a Pedro de Valdivia, que había luchado junto a su marido en la batalla de Salinas, y se convirtieron en amantes, cosa que no era fácil en una sociedad marcadamente católica, en cuanto él estaba casado con una mujer que vivía en España; el adulterio estaba duramente castigado en América.

La manera de escapar de la presión social fue la organizar una expedición de conquista al sur del desierto de Atacama. Aunque Valdivia lo intentó con ahínco, no pudo conseguir nada más que 11 soldados y 1000 indios yanaconas para su aventura. Inés fue registrada como sirvienta, ya que no podía participar de otra forma.

La expedición no estuvo exenta de peligros, y, además, contó con la oposición de otro grupo de españoles que intentó lograr el mismo objetivo al mando de Pero Sánchez de la Hoz. Este individuo intentó acabar con la vida de Valdivia, pero el azar quiso que, de alguna manera, Inés Suarez evitara su muerte. Pedro de Valdivia, inexplicablemente perdonó a de la Hoz.


Pedro de Valdivia, fundador de la actual Santiago de Chile.


Tras el amargo incidente, Inés ya no pudo dormir tranquila el largo viaje que les llevó a lo que  Valdivia denominó Santiago de Extremadura (actual Santiago de Chile). Las poblaciones con las que se fueron cruzando resultaron ser muy hostiles, y les atacaban o no dejaban nada que les pudiera servir para poder alimentarse.

Pero el peor problema que tuvieron que abordar fue la falta de agua. Cuentan los cronistas que era Inés la que la encontraba cuando más desesperados estaban sus compañeros, como si de un sexto sentido estuviera dotada. Además, curaba a sus compañeros heridos y animaba a los que lo necesitaban, demostrando ser una gran camarada.

Inés llegó a luchar armada con una espada y una cota de malla, como si fuera un soldado más. Los cronistas la comparan con algún mítico guerrero medieval. A la falta permanente de provisiones, Valdivia intentó solucionarla con un ardid. Propuso un encuentro con siete de los caciques principales de la región para intentar llegar a un acuerdo en torno al  aprovisionamiento de la recién fundada ciudad de Santiago. Al no llegar a un acuerdo, los caciques fueron apresados. Pero, un día estando ausente Valdivia, la ciudad fue asediada para intentar liberar a los retenidos. La situación era insostenible y los hombres de Valdivia estaban a punto de rendirse cuando Inés tomó una fatídica y osada decisión para acabar con la tensa situación: ordenó que los caciques fueran ejecutados para sembrar el pánico entre el enemigo. Inés misma inició la matanza cortando la cabeza a dos de los condenados. Las cabezas fueron lanzadas a la multitud que asediaba la ciudad mientras que Inés arengaba a sus hombres.

Valdivia reconoció públicamente la labor de Inés y la condecoró con una medalla y le concedió otra encomienda. Valdivia sería nombrado gobernador del Reino de Chile, pero no pudieron deshacerse de las acusaciones de adulterio. Por lo tanto, a Inés no le quedó otro remedio que buscarse otro hombre para casarse con él. No se si llegaría a encontrar el  amor con su nuevo marido, o si el matrimonio era una excusa para seguir teniendo relaciones con Pedro Valdivia, el caso es que Inés se asentaría y echaría raíces en aquel país, y sería respetada por todos. Junto a su esposo llegaría a convertirse en gobernadora de Chile, y sería valorada más por su osada existencia que por ser la mujer de un gobernador, raro privilegio del que muy pocas mujeres han disfrutado en la historia.


-Extraído de la revista Clio, número 71, de Inmaculada Simón Ruiz y Emilio Calle.



2 comentarios:

  1. Benjamin por favor necesito tu ayuda. Estoy haciendo mi tesis sobre Inés y necesito urgentemente esta revista. De donde puedo sacar el texto?

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    1. Hola estoy encantado de ayudarte. Dame una dirección de correo y te lo escaneo y lo mando; las páginas de la revista

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