EL RUMBO DE LA HISTORIA

EL RUMBO DE LA HISTORIA

domingo, 19 de marzo de 2017

Presidentes asesinados en Madrid.

Las calles de Madrid, como cualquier gran capital del mundo, están impregnadas de historia. Por desgracia, la sangre ha salpicado, con cierta frecuencia, los adoquines y las aceras de una ciudad que ha visto desgracias tan tremendas como lo fue la serie de atentados del 11 de marzo del año 2004. Sin entrar en la evidente obviedad de que es tan lamentable la muerte de un anónimo ciudadano como la del más célebre dirigente político del momento, me dispongo a presentar la lista de los rincones de Madrid que fueron testigos mudos de la barbarie y la insensatez de la violencia, de la que por desgracia no es ajena a los habitantes de este país:

-Juan Prim y Prats, nació en Reus en 1814, y moría asesinado el 30 de diciembre 1870 en la calle del Turco cuando se dirigía a su residencia. Víctima de una extraña conspiración, con unos autores que nunca serían detenidos, Prim en esos momentos era el político más poderoso e influyente de España, de manera que fue el artífice de que se nombrara a Amadeo de Saboya monarca de este país, tras la expulsión de los Borbones, que se había producido dos años antes tras la incruenta Revolución de 1868. Posiblemente, fue este el motivo que desencadenaría la trama que tuvo ese trágico fin para ese valiente militar, preocupado por la modernización del país.



Placa que conmemora el atentado de Prim, ubicada en la calle del Marqués de Cubas, antigua calle del Turco, próxima a la plaza de Cibeles (Madrid).





Imagen más cercana de dicha placa.





-José Canalejas Méndez nació en Ferrol el 31 de julio de 1854, y murió asesinado en 1912, cuando era Presidente del Consejo de Ministros. A diferencia del anterior, si se conoce el nombre del culpable que asesinó al presidente: era un anarquista llamado Manuel Pardiñas, que al poco de cometer la fechoría se suicidaría en un portal muy próximo a los hechos. Al anarquista no le costó mucho realizar su macabra obra, ya que a Canalejas no le gustaba mucho ser acompañado por su escolta, y en ese momento se encontraba paseando por la madrileña Puerta del Sol, donde se había parado para contemplar el escaparate de una librería, hoy desaparecida.



Foto actual de la Puerta del Sol, del sitio donde sería asesinado el presidente Canalejas en 1912.




-Eduardo Dato también era gallego como el anterior. Nacido en La Coruña en 1856, era presidente del Consejo de Ministros cuando fue asesinado el 8 de Marzo de 1921 en la plaza de la Independencia, el lugar de Madrid donde se encuentra la icónica Puerta de Cibeles. El crimen se produjo cuando Dato iba en su coche y se acercó una motocicleta con sidecar, desde donde tres anarquistas dispararon sus armas de fuego, alcanzando mortalmente a Dato.



La famosísima Puerta de Alcalá, que fue testigo del asesinato de Eduardo Dato.
 
 
 
 
 
 
 
Vehículo en el que fue tiroteado. Museo del Ejército en Toledo.
 
 
 
 
 
 
Detalle de la parte posterior del coche donde se observan distintos orificios de bala.
 
 



-Luis Carrero Blanco fue asesinado por la banda terrorista ETA el 20 de diciembre de 1973, cuando era vicepresidente del Gobierno de España -aunque de hecho ejercía como presidente, gozando de la absoluta confianza del general Franco-, en los últimos años de la dictadura. En la madrileña calle de Claudio Coello los etarras alquilaron un bajo (número 104), procediendo a la excavación de un túnel hasta el mismo suelo de la carretera donde colocarían una bomba de grandes dimensiones. Al pasar el vehículo oficial del almirante, que venía de escuchar misa, el artefacto fue activado y el automóvil con sus ocupantes volaría literalmente por los aires, aterrizando en el tejado del edificio próximo a la explosión.




Placa de conmemora el asesinato de Carrero Blanco.




Todas las imágenes por Benjamín Ávalon.

domingo, 27 de noviembre de 2016

La verdadera Juana de Arco.

Juana de Arco nació en un pequeño pueblo llamado Domrémy en el año 1412. La biografía de esta muchacha es asombrosa y, a la vez, muy trágica pues era demasiado joven cuando fue ejecutada de manera terrible en una hoguera, ya que sólo contaba con 19 años de edad. La historia de esta heroína y santa es bastante conocida gracias a las abundantes películas y series que se han realizado sobre ella. La película francesa Juana de Arco (1999), de Luc Besson, está interpretada por la bella Milla Jovovich. Es una obra muy interesante, ya que muestra las enormes contradicciones religiosas que pudo sufrir la joven en medio del fragor crueles y sangrientas batallas que tuvo que librar.



Milla Jovovich en armadura interpretando a Juana de Arco.
 



Un poco más antigua (de 1948) es la cinta del director Victor Fleming, y titulada de igual manera que la anterior, y en la que el personaje es protagonizada por la guapa actriz sueca, Ingrid Bergman.

En ambas películas, Juana de Arco es una chica rubia y de pelo corto; era francesa, por lo que no es de extrañar que tuviera ese color de pelo, y era guerrera, cosa que explicaría que participara en los combates usando un cómodo corte de pelo más masculino. ¿Pero realmente el aspecto de Juana era ese?


Ingrid Bergman, interpretando a la Doncella de Orleáns.




Afortunadamente contamos con el testimonio de varias personas que la conocieron en vida. De acuerdo con las crónicas de Enguerrand de Montstrelet, cuando Juana se encontró con Carlos VII en Chinon:

Ella iba vestida como un hombre... Juana, la Doncella, había sido por algún tiempo camarera en una posada. Ella sabía montar a caballo y podía llevar a los animales a que bebieran agua en el abrevadero, además de otros trabajos que las mujeres nunca solían hacer...

El joven duque de d'Alençon nos ofrece una descripción física de la heroína a la que describió como una bella joven de pelo oscuro; por lo que podríamos desechar la idea de que era la guapa rubia que nos ofrecen las anteriores películas mencionadas. Hay otros que nos cuentan que aunque era muy pía le gustaba mucho bailar, como a cualquier chica joven de cualquier época de la historia, supongo.

Ahora bien, ¿hay alguna imagen de Juana que nos aproxime a su verdadera condición física, o sólo podremos contar con los testimonios escritos o la caracterización que nos quieran ofrecer las modernas películas de cine?

Por suerte hay un dibujo de Juana de Arco que está en el registro de un parlamento de París datado el 10 de mayo de 1429, justo después de la victoria del sitio de Orleáns, el mayor momento de gloria de Juana de Arco. La imagen representa a una hermosa joven portando un estandarte en una mano y una espada en la otra, y con una larga melena ondulada:










Fuentes:

-Orléans 1429, de David Nicolle.
-Imágenes: Diario de Cine.es y Wikipedia.

sábado, 27 de agosto de 2016

La misteriosa escultura esquimal de la isla de Baffin.

En 1972 se produjo un hallazgo bastante sorprendente durante las excavaciones de unas ruinas de los inuit en la isla de Baffin (Canadá). La imagen encontrada no se correspondía a la de ningún habitante de la América de antes de Cristóbal Colón, ya que se dató entre los siglos XIII y XIV. La arqueóloga Debora Sabo era la directora de la excavación.



 
 



La figura humana representada lleva una larga túnica con una capucha que cubre la cabeza. No se parece en nada al atuendo que solían llevar los esquimales o inuit.

Lo más sorprendente de la escultura, y que no se aprecia a simple vista, es la cruz que esta impresa en la zona correspondiente al pecho del hombre representado.







Es decir, se trata de la representación de un sacerdote cristiano en América, antes de que los españoles cruzaran el océano Atlántico y empezaran a colonizar el continente.

La explicación que es dada a esta magnífica talla en marfil, y que es bastante desconocida por cierto, no es nada rocambolesca, siendo bastante plausible. Como todo el mundo conoce, los vikingos descubrieron y colonizaron algunas zonas de Groenlandia a finales del siglo X. Durante 500 años vivieron en esa remota y helada isla, desapareciendo, y sin saber porque, aquellos asentamientos humanos hacia la era de los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI realizados por España y Portugal.

Como en las colonias había carencia de ciertas materias primas esenciales, como la madera y el hierro, los groenlandeses debían o bien comerciar con Noruega, que es de donde eran originarios loa primeros colonizadores, o hacían viajes a zonas próximas, como era la isla de Baffin, para proveerse de ella.

Anteriormente, a principios del siglo XI, los vikingos habían intentado establecer colonias en América del norte, pero fracasaron ante la competencia de los indígenas, que fue origen de disputas y muertes (hay documentados enfrentamientos mortales entre ambas comunidades).







Aunque los viajeros nórdicos desistieron de asentarse definitivamente en el continente americano (y así cambiar la historia), no abandonaron los viajes ocasionales para proveerse de la ansiada madera, material de construcción imprescindible para construir barcos, viviendas y una gran multitud de herramientas.

El viajero que ha llegado hasta nuestros días sería uno de aquellos visitantes, con sus hábitos y su crucifijo en el pecho, que acompañaría a los esforzados nórdicos, y que a lo mejor tendría la voluntad de captar nuevas "almas" a la Iglesia de Roma; no hay que olvidar que aquellos nórdicos escandinavos ya no eran paganos devotos de Odín, ni eran vikingos.



Imágenes y fuente: Beachcombing´s bizarre history blog.

jueves, 23 de junio de 2016

Mujeres en la Guerra de las Rosas (I).

Cuando se aborda la historia de las mujeres durante la Edad Media, surge el inconveniente de que no hay documentación muy abundante, sobre todo si se trata de mujeres de bajo estatus social, por lo que se opta por tratar la vida de las féminas provenientes de familias aristocráticas. Este es el caso de las mujeres durante la guerra civil inglesa, denominada Guerra de las Rosas, y de los sufrimientos de las que fueron objeto. Aunque no son documentadas muertes violentas, a diferencia de sus maridos, si que se veían privadas de sus bienes en el caso de que se encontraran en el bando de los perdedores.

Uno de los personajes principales de todo el conflicto fue Richard Neville (1428-1471), el hacedor de reyes. Tres de las hermanas de Richard fueron viudas de guerra: Cecily, Katherine, Eleanor.

·Cecily Neville (1415-1495), duquesa de York, sobrevivió a los siete hijos que tuvo en total. Tres de ellos murieron de forma violenta: Edmund, George y Ricardo (el rey Ricardo III), además de su marido, su hermano, dos cuñados, cuatro nietos, un hijastro y numeroso sobrinos y primos.

·Eleanor Neville (1398-1472), condesa de Northumberland, era la hermana mayor del hacedor de reyes. Perdió a su marido (1455), a cuatro hijos, a su hermano y dos cuñados.

·Katherine Neville (1442-1504), baronesa de Hastings, perdió a su primer marido, William Lord Harrington, en una importante batalla (1461), y al segundo, William Lord Hastings, siendo ejecutado (1483).

En el transcurso de la guerra, solo tres mujeres fueron acusadas de traición: Alice, condesa de Salisbury (1459), la reina Margaret de Anjou en 1461, y Lady Margaret Beaufort, condesa de Richmond y Derby. Esta última fue tratada de forma más generosa: el rey Ricardo III la dejó en libertad y transfirió sus propiedades a su marido. Otras tuvieron que pedir "asilo en sagrado", fórmula eficaz que permitía a cualquier acusado de cometer un crimen fuera intocable jurídicamente mientras permaneciera en un recinto religioso cristiano: Elizabeth (la esposa de Eduardo IV) lo hizo en dos ocasiones distintas, una cuando dio a luz al que sería Eduardo V en la Abadía de Westminster; Ana, condesa de Warwick, estuvo dos años en la Abadía de Beaulieu tras enterarse de que su marido había muerto en la batalla de Barnet (1471).


La reina Margaret de Anjou.



Las esposas de los nobles traidores solían perder sus dotes, aunque se les dejaba conservar sus herencias, si las hubiera, especialmente si la muerte de sus maridos les daba el derecho a ellas (jointures). Al verse desprovista de las propiedades de su marido fallecido, Margaret, duquesa de Norfolk, vivió sus últimos años de vida de la provisión que le dejó él mismo en el hogar familiar de Stoke Neyland.

De manera ocasional, las viudas eran mejor tratadas: Katherine Lady Hastings, en 1483, pudo conservar su dote (dower); Enrique VII no tomó represalias en contra de Ana, vizcondesa de Lovell, por la traición de su marido.

Las que quedaban en peor situación eran las mujeres que estaban alejadas de sus maridos, si ellos seguían combatiendo en contra del régimen establecido. Maridos, hijos, nietos, hermanos y cuñados podían causar esta especie de cáncer, con las mujeres quedando en un limbo, sin poder disponer de los recursos financieros a los que tendrían derecho en caso de ser viudas (recursos dispuestos por su marido en caso de fallecer). Ellas eran consideradas como una potencial quinta columna, sospechosa de ofrecer ayuda económica o de otro tipo a sus recalcitrantes maridos, hijos y nietos.

Las medidas que eran llevados a cabo contra tales mujeres eran las siguientes: ellas y todas sus propiedades e ingresos eran tomados en custodia y luego repartidos, a cambio de una pequeña cantidad para su mantenimiento y, luego, eran  consignadas a monasterios u otras casas de confianza.

De esta forma, en 1462, el mayordomo del rey, John Lord Wenlock, fue nombrado guardián y gobernador de Ana y Eleanor, esposas de los dos opositores, aunque traidores Lancaster, Lord Moleyns y Sir Edmund Hampden, y de sus hijos y propiedades. En el caso de Eleanor, Wenlock podía nombrar a los sirvientes que atendieran a la familia, imponer las rentas e incluso dar explicaciones de los excedentes familiares al monarca. Si ocho sirvientes eran muy pocos para una baronesa, a Ana Hampden sólo le dejaron disponer de cuatro. Wenlock también fue nombrado gobernador de Eleanor, condesa de Wiltshire, con poder de nombrar y despedir sirvientes, aún cuando su marido estuviera muerto; sus hermanos, sin embargo, seguían luchando.


Elizabeth Woodville, esposa del rey Eduardo IV.



De forma parecida, en 1485, Elizabeth, condesa de Surrey, quedó al cargo de Lord Fitzwalter, que despidió a sus sirvientes por falta de respeto hacia el  nuevo rey; al menos a ella se le permitió permanecer en la casa familiar.

La reina madre Elizabeth, esposa de Eduardo IV, fue confinada al convento de Berdmonsey Abbey, se le privó de su dote, y fue escasamente pensionada por Enrique VII con el pretexto que conspiraba con sus enemigos.


Ana Neville.



Todas ellas podían ser presionadas de otras formas. Ana Neville, viuda del príncipe Eduardo, fue ocultada por su cuñado, el duque de Clarence, que quería evitar que la obligaran a volver a casarse; se dice que la empleó en las cocinas de sus propiedades. Elizabeth Grey y Eleanor Butler, viudas respectivas de Sir John Grey y Sir Thomas Boteler, muertos en batalla, no pudieron disponer de los bienes que les dejaron sus maridos. Algo similar le ocurrió a Margaret Lucy, viuda de Sir William Lucy, caído en Northampton. Obligada a suplicarle al rey, el demandó favores sexuales (y parece que los consiguió).

Ana Beauchamp, viuda del hacedor de reyes, era la legítima heredera de las propiedades de su marido. Después de su muerte en batalla, ella hizo repetidas peticiones al rey y al Parlamento, aunque fue en vano, ya que el rey Eduardo pensaba que las mismas les sirvieran a los parientes de la viuda que seguían combatiendo en contra de los intereses regios.

Margaret, esposa del opositor irreconciliable Earl de Oxford, se vio privada de su dote, de los bienes que le había dejado su marido y de su herencia. Reducida su existencia a la caridad, se supone que se ganó la vida de costurera, hasta 1482, once años después, cuando le fue asignada una pensión de 100 libras anuales.


(Continuará...)



Fuente: The Wars of the Roses, de Michael Hicks.

Imágenes: Wikipedia.




viernes, 30 de octubre de 2015

Elisabeth Thompson, la pintora de las batallas.

La madre de Elisabeth Thompson (1846-1933), que había sido pianista y que tenía otra hija que se dedicaba a hacer poesía, algo más acorde a una señorita de buena posición, estaba muy decepcionada, ya que a su otra hija le gustaba pintar solo a soldados y batallas.

Según una obra autobiográfica, Elizabeth dijo: "Yo nunca he pintado por la gloria de la guerra, sino que retrato su patetismo y su heroísmo".

Elisabeth nació en Suiza, y se crió en Italia, aunque ella era británica. Estudió en escuelas de arte, y aprendió pintura de la mano de Mr Standish. Cuando contempló las obras de los pintores históricos franceses Meissonier y Detaille (la escuela gala de pintura histórica era un referente en el siglo XIX) en 1870, comprendió enseguida lo que realmente quería hacer.


Autoretrato.



Elisabeth era un mujer joven atractiva y delicada, y no encajaba con el tipo de pintor medio al uso, es decir, los pintores muy maduros, con barba y bigotes, que eran típicos de la época. En una época en la que las mujeres no tenían derecho ni a votar en unas elecciones, nuestra protagonista tuvo que enterarse de cosas tales como las que dijo el crítico de arte John Ruskin, aunque al final tuviera que reconocer su gran talento como pintora:

Yo nunca me había aproximado con tantos prejuicios hacia ningún cuadro como el que lo había hecho con la obra de la señorita Thompson; primero porque siempre he mantenido que ninguna mujer era capaz de pintar...; pero el trabajo de esta amazona... es profundamente interesante... y solo me queda hacer una tardía genuflexión...

En missing , que es una escena de la guerra franco-prusiana, librada hacía unos pocos años, describió el sufrimiento y el heroísmo del soldado corriente. Pero el auténtico protagonista de su temática fue el soldado británico en acción, o poco después de ella, evitando reflejar la terrible lucha cuerpo a cuerpo. Rara vez mostraba al enemigo. Como la mayoría de sus cuadros mostraban una época imperial gloriosa, en la que los soldados de casacas rojas luchaban en todos los rincones del globo, cuando en una gran parte del mundo ondeaba la bandera británica, no es de extrañar que el éxito de Elisabeth, que solía representar combates victoriosos para los ingleses,  tuviera que ver con ello.


The Roll Call.


Fue muy reconocida casi desde el principio, ya que en 1874, cuando realizó The roll call, que fue exhibido en la Royal Academy, causó sensación. La crítica y el público, que hacía inmensas colas para contemplarlo, se rindieron ante su minuciosidad y realismo; incluso los soldados veteranos de la Guerra de Crimea, conflicto que fue su inspiración, lo reconocieron así. A la misma Florence Nightingale, la madre de la enfermería moderna y una auténtica heroína inglesa de su tiempo, que en esa época estaba convaleciente en cama, le llevaron la obra para que la contemplara. La reina Victoria acabó comprando el cuadro para que fuera colgado en alguna pared del Palacio de Buckingham.

Cuando estaba en el cénit de su popularidad en 1877, se casó con el distinguido oficial, Sir William Butler, con el que llegaría a tener hasta seis hijos, rompiendo muchos corazones. Como tantas mujeres de soldados ingleses de su época, Elizabeth tuvo que acompañar a su esposo en una gran cantidad de países que conformaban el gran imperio británico del siglo XIX. Aunque su marido era irlandés, y le influyera en el pensamiento de que el colonialismo no era lo mejor que le podía pasar a los países que eran ocupados, ella no dejó nunca de reflejar en sus pinturas el valor del soldado nacional.


Scotland Forever!


Cuando enviudó en 1910, se fue a vivir con una de sus hijas, Eileen, vizcondesa de Gormuston. Cuando murió fue enterrada en el cementerio de Stamullen.

El mérito de Elisabeth Thompson es que se abrió un hueco nada desdeñable en un mundo que era exclusivo de los hombres, la pintura histórica, además de cumplir con su roll de madre y esposa de la época. 



Fuentes:

-www.britishempire.co.uk/biography/ladybutler.htm
-Wikipedia.


martes, 4 de agosto de 2015

Harriet Boyd, arqueóloga pionera.

Harriet Boyd nació en Boston, Massachusetts, el 11 de octubre de 1871. Estudió en el Smith College (universidad privada femenina), donde se graduó en 1892. Consiguió una beca para el American School of Classical Studies en Atenas (Grecia). Ansiosa por excavar, fue rechazada por los profesores de la institución, que le aconsejaron que se dedicara a ser bibliotecaria. Entonces, con el dinero que le quedaba de la beca, se marchó a Grecia.




Estuvo de enfermera en Tesalia durante la guerra greco-turca. Cuando acabó ésta, se marchó a Creta, recién liberada pero siendo todavía un lugar muy peligroso. En la primavera de 1900 visitó Cnossos donde encontró a Arthur Evans excavando, que la animó a buscar nuevos yacimientos en Kavousi. En 1901 trabajó allí e hizo su tesis.

La excavación en Gournia (1901-1905) no fue continua, con periodos de regreso, o porque escaseaban los fondos, o bien para mantener sus deberes como profesora en el Smith College, donde enseñaba Arqueología griega, Lengua griega y Epigrafía. De todas formas, fue en Gournia donde Harriet se consagraría como una de las mujeres arqueólogas más grandes de todos los tiempos, una auténtica pionera. Financiada por la universidad de Pennsylvania, fue la primera mujer en supervisar un equipo de 100 hombres y 10 mujeres, locales y americanos. Allí desenterraron bloques de casas, calles empedradas, un palacio, un cementerio... en definitiva, una ciudad entera del periodo minoico. Años después, publicó un libro monumental, Gournia, Vasiliki y otros sitios prehistóricos en el istmo de Hierapetra, documentando con gran detalle utensilios domésticos, armas, herramientas... Tras la publicación Harriet consiguió ser una admirada pionera de los primeros arqueólogos norteamericanos en el Mediterráneo.

El 3 de marzo de 1906 se casó con Charles H. Hawes, antropólogo y arqueólogo, y a los nueve meses nació su primer hijo, Alexandre Boyd Hawes. Su hija Mary nacería en agosto de 1910.

Harriet fue la primera mujer en hablar en el Instituto Arqueológico de América. Junto a su marido, publicaron en 1909 Creta, el precursor de Grecia. En 1910 le fue concedido el doctorado honorario por el Smith College. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, su empeño fue para intentar recaudar fondos y llevar suministros para los soldados heridos. Y es que la otra faceta que nunca abandonaría a esta gran mujer fue su excelente labor humanitaria.

Entre 1920 y 1936 dio conferencias de arte precristiano en el Wellesley College, Massachusetts. Ese último año se retiró. El 31 de marzo murió en Washington D.C., con 73 años de edad, y fue enterrada en Maryland. Su determinación y pionerismo dejaría un listón muy alto de superar, sobre todo a las mujeres-arqueólogas.

En 1992, su hija Mary publicó Born to rebel: the life of Harriet Boyd Hawes.

lunes, 20 de julio de 2015

Imágenes de la Historia, Espartaco

 

 
 



Kirk Douglas hizo un papel impecable cuando protagonizó la película Epartaco (1960). Sin los grandes efectos especiales de los que se abusa hoy en día, son memorables los escenarios, diálogos y grandes escenas de batalla, contribuyendo al engrandecimiento del mito en el imaginario colectivo, cosa que no ocurre con otros personajes históricos. Lo que quiero decir con esto es que los films de tipo histórico que son producidos y exhibidos contribuyen a que la gente se interesen por la Historia en general. Y si la película es magistral e inolvidable, como es en este caso sin duda, hace que llegue con más fuerza todavía el interés por el pasado.

Recientemente ha llegado en forma de serie la historia, mucho más actualizada, del gladiador que puso en jaque a la poderosa Roma, que en los tiempos de la rebelión del verdadero Espartaco (113-73 a. C.) todavía era una república, a punto de eclosionar como el gran imperio que llegaría a ser en un futuro.




Desde mi humilde punto de vista, no creo que los romanos antiguos valorasen en su justa medida a los carismáticos enemigos que les hicieron frente a lo largo de su dilatada historia, por eso no se ha conservado ninguna imagen de ese personaje de la Antigüedad que es tan conocido hoy en día. Por lo tanto, no tenemos la menor idea de que aspecto tendría.

Tan solo, podemos hacernos una idea al contemplar un graffiti que se encuentra en el muro de una casa de Pompeya.





Como podéis observar, se trata de un jinete con lanza y escudo redondo. A lo mejor el que lo pintó no había visto a Espartaco en su vida, o quizás si ya que los expertos han datado el dibujo entre los años 100 y 70 a.C. Encima del guerrero hay escrito un nombre en el idioma osco, "SPARTAKS", que nos indica a las claras en quién se ha inspirado el creador del graffiti.